El Auditorium de Palma cumplirá cincuenta años en 2019. Durante todo este tiempo, ha sido una de las principales infraestructuras culturales de Mallorca, y si duda, la más importante creada exclusivamente por la iniciativa privada. De hecho fue el primero construido en España sin la aportación de las administraciones públicas. Un proyecto así, y con una trayectoria tan dilatada, merece el reconocimiento de todos aquellos que consideran la cultura como herramienta de enriquecimiento personal y progreso social.
Este fin de semana, el gerente Marcus Ferragut explicaba en una entrevista con mallorcadiario.com la situación y los proyectos del Auditorium. Entre sus principales quejas, el nulo apoyo que reciben de las administraciones (Govern, Consell y Ajuntamet de Palma), que están volcadas en proyectos de nueva planta creados con dinero público o en subvenciones de escaso retorno social. En cambio, el Auditorium no sólo no se beneficia de ningún tipo de reducción impositiva local, sino que debe competir con infraestructuras como el Teatre Principal quien puede ofrecer entradas a precios más reducidos al estar financiado públicamente. Un claro ejemplo de competencia desleal que pone de manifiesto el grado de "nacionalización" de la cultura en esta comunidad, donde la iniciativa privada en solitario tiene poco margen para avanzar.
El Auditorium ha ofrecido sus instalaciones, con un total de nueve salas, para convertirse en la sede permanente de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears. El proyecto significaría no desarrollar el plan ideado por el ayuntamiento y el Govern, según el cual, el primero cede un solar en el Polígono de Levante mientras que el segundo construye la nueva sede de la orquesta. De la "Caja de Música", como se denomina el proyecto, se ha llegado a plantear que incluso podría hacerse con módulos prefabricados para acelerar su construcción.
Es positivo incrementar la dotación cultural de la comunidad, pero lo más sensato es aprovechar antes las infraestructuras que ya existen, máxime cuando estas infraestructuras han demostrado que, incluso en los tiempos de mayor crisis, han mantenido en pie su programación. Hacerlo así, quizá impida a los políticos la inauguración de un nuevo edificio, pero, en este caso, no sólo servirá como reconomiento a la labor desarrollada por el Auditorium durante medio siglo, sino que lanzaría a los ciudadanos un mensaje de gestión prudente de los recursos públicos.