¿Qué hacía o dónde estaba usted hace veinte años?
Hace veinte años era director del CNI, nuestro Servicio de Inteligencia, tenía rango de secretario de Estado y hacía muchas cosas, tantas que no me quedaba un minuto libre al día. Pero la Ley de Secretos Oficiales me impide contarlas. Quiero insistir, sin embargo, en que el CNI actúa siempre dentro de la ley. Lo digo porque últimamente hay mucha gente interesada en decir lo contrario y no es verdad.
Entre 1972 y 1974, usted fue secretario en la Representación Consular y Comercial en Varsovia. ¿Cómo era esa Polonia aún dependiente de la URSS?
La Polonia que yo conocí era un país triste, asfixiado por el comunismo, donde la gente no tenía libertad y, lo que es aún peor, no tenía esperanza de poder llegar a tenerla. El yugo soviético era muy duro y omnipresente. Solía discutirlo con mis amigos polacos y les decía que sí, que España era también entonces una dictadura, pero que la nuestra se acabaría pronto… aunque sólo fuera por razones biológicas, y la suya no.
Por suerte, Polonia también dejó de ser una dictadura...
Afortunadamente me equivoqué y en 1989 cayó el Muro de Berlín y en 1991 desapareció la URSS y hoy Polonia también es un país libre.
¿Diría que está habiendo hoy un retroceso democrático incluso en países que hasta hace poco eran un referente en ese sentido?
Es indudable que hay un retroceso democrático en el mundo y así lo confirman los informes anuales de Freedom House. Incluso en los Estados Unidos de Donald Trump. Yo creo que una de las razones es que la democracia liberal y capitalista ha roto el círculo virtuoso que hasta los años ochenta había entre crecimiento económico y salarios, porque desde entonces el primero se ha disparado mientras que los segundos han subido mucho menos.
Entiendo, sí...
Y eso genera descontento y está en la raíz de los populismos —de derechas y de izquierdas— que padecemos. Y la democracia paga la factura. Otra razón, a mi juicio, es que los partidos políticos se han adueñado de la democracia y la utilizan al servicio de sus propios intereses y no al de los ciudadanos a los que dicen servir.
"El CNI actúa siempre dentro de la ley. Lo digo porque últimamente hay mucha gente interesada en decir lo contrario y no es verdad"
Como buen conocedor de la situación en Oriente Medio, ¿ve alguna posible salida inmediata a la nueva guerra iniciada en octubre?
Mucho me temo que la actual crisis se cerrará mal, como todas las anteriores, y eso garantiza que se repetirá dentro de unos años. Israel tiene que comprender que no tendrá seguridad mientras no haya justicia para los palestinos. Tayllerand le decía a Napoleón que con las bayonetas “se puede hacer todo… menos sentarse sobre ellas”. Y eso es precisamente lo que Israel ha hecho con el respaldo militar y político de los Estados Unidos. Los palestinos tienen derecho a tener un estado.
¿Ser embajador ante la Santa Sede le obliga a uno, de alguna forma, a ser doblemente diplomático?
Ser embajador ante la Santa Sede es un gran honor y un privilegio, porque significa estar al frente de la embajada más antigua de todo el mundo ante un Estado, el Vaticano, que no tiene tanques, como decía Stalin, pero que mantiene una enorme influencia en el mundo. Juan Pablo II, un papa polaco, tuvo mucho que ver con la desaparición de la URSS.
Es cierto...
Es un mundo fascinante, muy difícil de penetrar, y eso hace que también el trabajo diplomático sea diferente al que se hace en otras embajadas. Fue una experiencia muy grata en una ciudad maravillosa.
¿Qué fue lo que más le sorprendió de la realidad de Estados Unidos cuando fue embajador allí?
Estados Unidos es el imperio del siglo XX y XXI, una combinación de lo mejor y lo peor que hay en el mundo y así hay que entenderlos. Uno cena con un premio Nobel cada dos por tres y al mismo tiempo ve a gente tirada por el suelo de las aceras por la epidemia del fentanilo. Tiene los mejores think-tanks del mundo y más armas por habitante también. Me impresionó mucho la segregación racial que de hecho sigue existiendo en la vida diaria. Y al mismo tiempo aplaudo sus logros científicos y artísticos. Se da uno cuenta de que está sin duda en "el lado norteamericano" del mundo pero de que al final europeos y norteamericanos somos muy distintos.
En diversos momentos de su vida ocupó cargos políticos relevantes. ¿Cómo valora esa experiencia?
Muy enriquecedora, igual que mi paso por la empresa privada durante un par de años. Yo siempre he sido independiente y por eso he podido trabajar muy bien con gobiernos tanto del PP como del PSOE. Creo que la mayor lealtad con tu jefe es decirle siempre las cosas como son o, al menos, como tú crees que son. Y eso no siempre gusta oírlo.
"Siempre he sido independiente y por eso he podido trabajar muy bien con gobiernos tanto del PP como del PSOE"
Así es...
No soy un halagador profesional, como tantos que hay en política, no soy un yes-man. Nunca lo he sido. Y por la misma razón me he negado a entrar "profesionalmente" en política. Siempre me he sentido incapaz de aplaudir con las orejas las tonterías del jefe de turno.
¿Qué es lo que más le llena de su faceta como articulista?
Lo que más me llena como articulista es explicar temas complejos de política exterior, mi ámbito habitual, con un lenguaje claro y comprensible para todos. El día que el panadero de mi pueblo me decía "Jordi, avui no t'he entès", me quedaba muy fastidiado. Porque yo aspiro a escribir para todos, muy claro y con el ideal que expresaba Paul Claudel al decir que la escritura debía ser concisa "como la ostra encogiéndose bajo el jugo de limón". Mi ídolo cuando de escribir se trata es don Francisco de Quevedo.
¿El mundo de la diplomacia tiene algo que ver con las historias de espías que nos han mostrado el cine y la literatura?
Sin duda ninguna. La diplomacia y el espionaje muchas veces persiguen los mismos objetivos por caminos y con medios diferentes. Pero hay una clara relación entre ambos.
¿En qué sentido?
Yo nunca hubiera podido escribir mis dos novelas de espías, Operación Falsa Bandera y Espía accidental, sin la experiencia vital que he tenido, haber sido diplomático tantos años, haber sido embajador y haber dirigido el CNI. Esa experiencia me ha permitido ver y hacer cosas que dan una enorme verosimilitud a mis ficciones. Ya lo decía Ortega, uno es uno y su circunstancia.
Cada cierto tiempo, nuestro país parece tender a una polarización política extrema. De ser así, ¿a qué se debería ese encono?
Somos una democracia joven y algunos no la valoran, no han vivido otra cosa y desprecian una Transición que nos hizo admirables en el mundo. No saben que la democracia "no se tiene", sino que "se hace" día a día con esfuerzo y que los derechos se compensan con los deberes. Basta dar una vuelta por el mundo para darse cuenta de la enorme suerte que tenemos de haber nacido en España.
"La diplomacia y el espionaje muchas veces persiguen los mismos objetivos por caminos y con medios diferentes"
Ah, de acuerdo...
Pero somos un país "poco viajado" que nos creamos nuestros propios problemas e incluso los inventamos. La aparición de populismos no ayuda, como tampoco lo hace depender políticamente de partidos que afirman que la gobernabilidad del país les trae al fresco. Los españoles tenemos problemas serios y no deberíamos gastar tanta energía en ficciones, porque eso también produce desapego de la democracia.
Cuando uno pasa tantos años lejos de su tierra y de su país, ¿cómo consigue mantener vivas sus raíces originarias?
En mi primer destino, Polonia, tenía grabado en una casete el murmullo de las olas en la playa de Illetas. Y cuando anochecía a las tres de la tarde y estábamos a 23 grados bajo cero, lo cual no era inhabitual, escuchar las olas me acercaba a Mallorca.
Es un recuerdo precioso...
Hoy en día, con las redes sociales, Skype y la mayor facilidad para viajar con frecuencia, esa morriña es menor. De todas formas, en mi biblioteca tengo una pieza de mármol grabada en Roma que dice: "He regresado de muchos lugares". Me la inspiró algo similar que vi en Isla Negra —Chile—, en casa de Pablo Neruda. Ahora, jubilado en mi tierra mallorquina, siento que he regresado a mi casa.
¿Le gustaba ejercer de mallorquín y de español cuando trabajaba como diplomático lejos de nuestra patria?
Mucho. Siempre lo he hecho. Estoy orgulloso de ser mallorquín y español, y no veo contradicción alguna entre ambas pertenencias. Es más, creo que se refuerzan mutuamente y que una enriquece a la otra. No podría haber sido embajador de España y representar a mi país si no estuviera orgulloso de mi patria. España es un país magnífico, pero los españoles no nos lo acabamos de creer. Nos falta autoestima. Nos falta viajar y hablar idiomas.
¿Diría que desde la vuelta a la democracia en 1977, se tiene en el extranjero una visión en general positiva de España?
Hace años escribí en El País de Madrid un artículo titulado 'Lo que nos hizo admirables'. Me refería a la Transición de la dictadura a la democracia, de un país centralizado a otro cuasifederal, de un país ñoño y pudibundo a otro muy avanzado socialmente, de un país que enviaba emigrantes a otro que los recibe, de uno que recibía ayuda internacional a otro que la hace, de un país aislado a otro plenamente integrado en la UE y la OTAN.
"Estoy orgulloso de ser mallorquín y español, y no veo contradicción alguna entre ambas pertenencias"
Valora entonces la Transición positivamente...
La Transición hizo de un país perdido en la noche, un país con brillo propio y muy atractivo. Y así es como se nos ve desde fuera. Y desearían que fuéramos más activos en política exterior, como ya lo fuimos en época de González y de Aznar, y lo hemos perdido con Rodríguez Zapatero y Rajoy.
¿Y en el caso del actual Ejecutivo?
Este gobierno de Sánchez lo intenta, pero lo tiene difícil cuando su socio de gobierno, Sumar, está contra la OTAN, etcétera. Eso desconcierta mucho a nuestros socios. O cuando Sánchez apoya a Marruecos en el conflicto del Sáhara sin consensuarlo antes con nadie y sin explicarlo después… La política exterior debe ser de consenso, responde a los intereses del país y no cambia cuando lo hace el inquilino de la Moncloa. Y si se cambia, hay que explicarlo a la ciudadanía.
Usted ha recibido numerosas distinciones y condecoraciones. ¿Qué han supuesto a nivel personal?
Pues si quiere que le diga la verdad, tengo una caja llena de condecoraciones en el trastero. La verdadera satisfacción es la de haber podido servir a mi país durante toda mi vida profesional en puestos de responsabilidad, de gran responsabilidad en algún caso, y pensar que he podido contribuir muy modestamente y con muchos otros a hacerlo un poquito mejor y a que también en el extranjero nos comprendan mejor. Con los años, se aprende que uno es más feliz dando que recibiendo. Dicho todo esto, ser condecorado, ser reconocido públicamente, no cabe duda de que es un honor.
Una vez ya jubilado, ¿le encanta seguir viajando o prefiere llevar una vida ya un poco más sosegada?
Nací en el mismo centro de Palma, en la plaża de San Francisco, y ahora vivo en Valldemossa, con mucha tranquilidad. Leo, escribo y paseo a mi perro por el monte. Viajo con frecuencia para dar conferencias aquí y allá, pero he perdido interés por la vida social. Ya he hecho toda la que tenía que hacer y que mucha gente envidia en los diplomáticos, sin entender que para nosotros es con frecuencia la parte más pesada de nuestro trabajo.
Con el patrocinio de:
COLABORAN:
INSTITUCIONALES: