Aina Calvo (Palma, 1969) fue alcaldesa de la ciudad que le vio nacer entre 2007 y 2011. Doctora en Pedagogía y profesora de la UIB, la trayectoria política de Calvo se había iniciado en 2003 en el Parlamento regional, como diputada del PSOE, y prosiguió a partir de 2004 como subdirectora general de Cooperación y Promoción Cultural de la Agencia Española de Cooperación Internacional. Tras su paso por la Alcaldía de Palma y un regreso momentáneo a la docencia, entre julio de 2018 y febrero de este año fue directora de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Tomó posesión como delegada del Gobierno el 19 de febrero, un mes antes del estado de alarma...
Curiosamente, el representante del Gobierno de España que vino a mi toma de posesión fue el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Ese mismo día, nos desplazamos al Hospital de Son Espases para visitar al equipo médico que había estado atendiendo al único caso de coronavirus que en aquel momento había en Baleares. El ministro tenía mucho interés en saber cómo se había producido aquel primer caso y en felicitar a los doctores y al Govern por su gestión de aquella situación. Quién nos iba a decir lo que iba a pasar unas semanas después.
¿Cómo se vivió desde la Delegación la situación de confinamiento que se inició el 14 de marzo?
La verdad es que en situaciones así no tienes tiempo de pararte a reflexionar sobre lo que está sucediendo. La maquinaria se pone en marcha y de lo que se trata es de implicarse al máximo y de hacer frente a una situación absolutamente inesperada, sin tiempo ni siquiera para expresar la propia sorpresa. Las cosas suceden y estás en otra realidad institucional. Nosotros, por ejemplo, tuvimos que constituir un Centro de Coordinación Operativo (Cecor) y empezar a tomar decisiones desde el primer minuto. Creo que ha sido una experiencia muy impactante para todos.
Ha habido una cierta controversia con las sanciones a los incumplidores...
Las sanciones eran un mecanismo disuasorio, en ningún caso una fórmula recaudatoria. La tramitación de esas sanciones se ha hecho siguiendo un orden lógico, que ha sido empezar por aquellas que habían sido puestas por desobediencia. Hasta el momento, se han puesto casi 24.000 sanciones en Baleares, de las que se han tramitado ya casi 3.400 en total. Dicho esto, es evidente que la inmensa mayoría de la ciudadanía ha tenido un comportamiento ejemplar y una paciencia infinita. También me gustaría destacar y reconocer que ha habido un ejercicio importante de empatía por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a la hora de dirigirse a la población, buscando siempre en primera instancia una posible persuasión y no una sanción. Y eso no es fácil, porque han sido unas semanas muy intensas, con muchas horas de trabajo y con muchos turnos.
"El retorno de las competencias a las comunidades autónomas tras el estado de alarma ha permitido demostrar que aquí nadie es infalible; además, una cosa es ser autocrítico y otra fustigarse"
¿Faltan hoy más policías en Baleares?
La realidad de esta temporada turística y de la situación que vivimos ha hecho que los efectivos que vengan, que son los mismos del año pasado, sean seguramente suficientes, aunque en cualquier caso siempre sea mejor tener más. Paralelamente, es evidente que hoy hay una realidad distinta, con riesgos que antes no teníamos, vinculados al coronavirus. Partiendo de esa base y de que nunca habrá un policía detrás de cada persona, el mayor blindaje para nuestra salud es nuestra responsabilidad personal y seguir las recomendaciones sanitarias, no banalizando el uso de las mascarillas ni la necesidad de lavarnos las manos. Es un trabajo del conjunto de la sociedad.
¿Se pueden controlar más los botellones que han resurgido recientemente?
En el caso de Palma, la colaboración entre la Policía Nacional y la Policía Local ha funcionado muy bien y ha sido muy efectiva. En otros municipios, la Guardia Civil ha trabajado también positivamente en ese sentido. Aun así, somos conscientes de la gran dificultad que supone intentar erradicar los botellones por completo, un fenómeno que desde hace años ha ocasionado además distintas problemáticas, como el ruido, los residuos o el consumo de alcohol entre los más jóvenes. Una vez más, se trata de insistir en la necesidad de una labor educativa previa y de apelar a la responsabilidad de todos. Los jóvenes quizás no se han sentido tan interpelados como otros segmentos de la población por este virus, pero les tenemos que pedir solidaridad con los mayores. Han de entender que su comportamiento puede suponer un riesgo para la vida de los demás.
¿Cerrar calles acabará con las aglomeraciones y el turismo de borrachera?
Bueno, creo que no me corresponde valorar unas decisiones que ha tomado el Govern legítimamente, porque tiene las competencias en este caso y porque ha actuado como consideraba que debía hacerlo. Nosotros, desde la Delegación del Gobierno, hemos hecho lo que nos corresponde, que es ofrecer la máxima colaboración para que las actuales normas se cumplan. Posiblemente, el cierre de algunas calles de Magaluf y de la Playa de Palma no signifique la erradicación definitiva de posibles concentraciones de turistas con comportamientos arriesgados, pero sí creo que ha sido un mensaje para el conjunto de la sociedad balear y también para la comunidad internacional.
"En el marco institucional español hay unas administraciones que siempre sufren más, que son los ayuntamientos"
¿Qué ocurrirá a partir del otoño si se prolonga la crisis?
Vivimos hoy en un escenario de tantas incertidumbres, que es muy difícil aventurar qué puede ocurrir en el otoño a todos los niveles. Es cierto que tenemos una situación de riesgo, por la "no temporada" turística de este año, pero también es verdad que ha habido la posibilidad de llevar a cabo los ERTE, que se ha instaurado un sistema de bonificaciones para favorecer la contratación de fijos discontinuos y que se ha puesto en marcha el Ingreso Mínimo Vital. Espero que todas esas medidas ayuden a que el otoño no sea tan dramático. A todo ello hay que añadir que España recibirá 140.000 millones de euros de la Unión Europea, 70.000 de ellos finalistas. Por tanto, creo que el Gobierno de España ha demostrado tener capacidad de reacción para proteger a la ciudadanía ante una crisis que amenazaba sobre todo a los sectores más vulnerables.
Aun así, también ha habido cosas que no se han hecho bien en estos meses...
Es cierto, pero yo creo que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo ya un análisis autocrítico en su última comparecencia. Por otra parte, si durante estos meses ha habido alguien que ha demostrado una innegable dosis de humildad, capacidad de diálogo, respeto y autocrítica, ese ha sido sin duda el ministro Illa, según ha reconocido además todo el Parlamento. Otro hecho a destacar es que Illa no respondió nunca a las provocaciones de nadie y mantuvo siempre las formas, algo que es un plus muy importante y que se nos debería exigir a todos los responsables políticos e institucionales. ¿Sería interesante que hiciéramos autocrítica más allá de esto? Yo creo que sí, si bien una cosa es ser autocrítico y otra fustigarse.
¿Cuándo cree que llegará ese momento de hacer una autocrítica a fondo?
Yo creo que es muy importante saber diferenciar los momentos. Ha habido momentos en los que lo que se necesitaba era estabilidad para tomar decisiones y para evitar generar inseguridad, malestar o más miedo entre la ciudadanía. Creo sinceramente que aquí la oposición se equivocó y eso no quiere decir que no tuviera algunos elementos de razón en sus críticas. Lo que quiero decir es que hemos de diferenciar el contenido de la crítica y el momento más adecuado para hacerla. Por otro lado, el retorno de las competencias a las comunidades autónomas tras el estado de alarma ha permitido demostrar que aquí nadie es infalible. En definitiva, creo que es mucho más inteligente emocionalmente y eficaz socialmente el trabajo cooperativo que la confrontación, pero no estoy muy segura de que esta opinión, que es muy personal, sea compartida por otros responsables políticos —sonríe—.
"La inmensa mayoría de la ciudadanía ha tenido un comportamiento ejemplar y una paciencia infinita"
¿Es posible intentar al mismo tiempo preservar la salud y activar la economía?
Es difícil encontrar un equilibrio entre la seguridad sanitaria y la actividad económica. En el caso concreto de Baleares, se trabaja en esa línea, a partir de la constatación de que tenemos unos datos epidemiológicos muy positivos, un tejido social y económico dispuesto a darlo todo para que esto funcione bien y un día a día que es analizado por las autoridades sanitarias, que nos marcan las pautas de hacia dónde tenemos que ir. Entre todos debemos intentar mantener los actuales niveles de seguridad sanitaria. Es un desafío, porque nadie tiene una fórmula mágica. Además, debemos aceptar la dolorosa evidencia de que el virus aún estará un tiempo con nosotros y de que todavía no sabemos cuándo habrá una vacuna o quién podrá acceder a ella. Aun así, si todos somos responsables, incluidos los turistas que nos visitan, aminoraremos los riesgos.
¿Cómo se gestiona ahora la llegada de pateras a aguas isleñas?
Por una parte, existe un protocolo nacional, elaborado por la Secretaría de Estado de Migraciones, y, por otra parte, estamos trabajando en un procedimiento operativo entre todas las administraciones de Baleares para hacer frente a este tipo de realidad. No nos consta, por ejemplo, que las pateras lleguen hoy a través de barcos nodriza. La principal novedad sanitaria de estos últimos meses es que ahora se hacen pruebas PCR a todos los ocupantes de una patera. Si las pruebas salen negativas, se inicia el expediente de devolución de esas personas. Antes de la pandemia por el coronavirus, eran trasladadas a Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), pero como ahora están cerrados, el Gobierno de España y diversas ONG trabajan de forma coordinada para que esas personas se dirijan hoy a otros destinos o sean devueltas a su país de origen.
¿Y si hay algún migrante que da positivo en una prueba PCR?
Precisamente, hace poco tuvimos dos, asintomáticos, de la última patera que llegó a Formentera, con 17 ocupantes en total. En ese caso concreto, los 17 fueron trasladados a Ibiza, en donde se les hicieron las pruebas analíticas. Los dos infectados fueron ingresados en el Hospital de Can Misses, mientras que los demás, 14 adultos y un menor, fueron aislados. El Ayuntamiento de Sant Josep nos ayudó, ya que nos cedió un albergue de manera puntual para esos 14 adultos, y también tuvimos el apoyo del Govern, que garantizó la atención básica a esas personas durante los 10 días de aislamiento. Todo ello se hizo con la colaboración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de los consells de Ibiza y de Formentera, que se hicieron cargo del citado menor. Todo fue según teníamos ya previsto previamente y no se produjo ningún tipo de incidente.
¿Los municipios podrán hacer uso finalmente de sus respectivos remanentes?
No le puedo aclarar esa duda, porque tampoco me corresponde. Lo que sí le puedo decir es que el proceso de negociación con los ayuntamientos continúa. Personalmente, comprendo perfectamente sus reivindicaciones, ya que como alcaldesa sufrí la descompensación que desde hace décadas existe en el sistema de financiación en nuestro país. En el marco institucional español hay unas administraciones que siempre sufren más, que son los ayuntamientos. Por tanto, entiendo que expresen su malestar, si bien es evidente que el Gobierno de España no ha planteado esta cuestión como una forma de atacar a los ayuntamientos, sino como un modo de tener unas garantías económicas en el marco de la actual negociación supranacional con otros países. Ojalá se pueda flexibilizar la norma y se pueda llegar a un acuerdo.
"Nos preocupa la involución que está habiendo en las relaciones hombre-mujer entre los más jóvenes, con diversas formas de control, acoso y maltrato psicológico"
¿Mira a veces Palma aún con ojos de alcaldesa?
Sin ninguna duda —sonríe nuevamente—. Una Alcaldía te cambia la mirada para siempre. Pasas a ver tu espacio vital de una forma totalmente distinta. Otra cosa es que después tú te marques el límite y no llames al alcalde de tu ciudad para comentarle, por ejemplo, que has visto un parterre que debería arreglarse o los tiempos de espera en una línea de autobús. A la vez, también disfrutas la ciudad de otra manera, porque cuando ves una mejora, por pequeña que sea, eres muy consciente de lo que ha costado.
¿Llegará algún día el dinero prometido para el nuevo REB, el convenio de carreteras o la mejora de las depuradoras?
No veremos nada de lo que usted dice si antes no tenemos unos nuevos Presupuestos Generales del Estado ya aprobados. Por lo que respecta al Régimen Especial de Baleares (REB), como sabe hubo unas negociaciones políticas que fueron exitosas en cuanto a la planificación de lo que sería un nuevo REB y las fases de que constaría. Pero ese acuerdo no adquirirá forma si no somos capaces de tramitar y aprobar unos Presupuestos en el Congreso. Por tanto, para saber si nos aproximaremos o no a esa realidad que usted ha planteado, lo primero que necesitamos es que se cumpla ese requisito. Sin esa condición previa, resulta difícil plantear un debate sobre esta cuestión. Y sin la estabilidad parlamentaria suficiente para aprobar unos Presupuestos, será difícil que avancemos en estas justas —enfatiza— reivindicaciones de Baleares.
Baleares lidera la tasa de víctimas de violencia de género en España desde hace años. ¿Cómo podríamos luchar mejor contra esa lacra?
Es una pregunta que nos hacemos todos en nuestro quehacer diario o cuando hay una nueva víctima. Es un interrogante que no tiene una respuesta unívoca ni inmediata en el tiempo. El fenómeno de la violencia de género afecta a todas las esferas sociales, todas las nacionalidades y todas las creencias, por mucho que haya quienes quieran diluirlo desde un planteamiento ideológico desde mi punto de vista inaceptable. ¿Qué es lo que sabemos? Que si se denuncia, tenemos más margen de maniobra y el riesgo es menor. Aun así, sigue siendo necesaria una constante labor educativa, social, policial y judicial. Hoy nos preocupa, por ejemplo, la parte de involución que está habiendo en las relaciones hombre-mujer entre los más jóvenes, con diversas formas de control, acoso y maltrato psicológico. Esto nos demuestra que nunca debemos bajar la guardia.