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Entre banquillos

Por Alejandro Vidal
sábado 10 de febrero de 2018, 20:32h

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Vamos a ver de lo que estamos hablando. El Llagostera es uno de los peores equipos del grupo en funciones de local. De hecho ocuparía posición de descenso en una clasificación virtual que solo contemplara sus partidos de casa. Si genera alguna incógnita al respecto se debe a que todavía no ha perdido ningún encuentro desde el comienzo de la segunda vuelta, lo cual tampoco aclara mucho si consideramos que en estas últimas cinco jornadas solo ha ganado dos veces, las que suma en su casillero general, o sea que en toda la fase de apertura no había conocido la victoria delante de su público.

En Son Moix encajó la mayor goleada del campeonato. Poco que añadir. Salvo la ausencia de uno de los nuevos fichajes, Salva Ruiz, no hay sorpresas en la convocatoria del Mallorca, ni siquiera la presencia de Gámez y, sobre todo, de Faurlín. Ya era hora. Si acaso cabe destacar la baja de Fernando Cano, fijo en las convocatorias hasta este fin de semana. Tal vez haya influido el previsible estado del terreno de juego probablemente helado y cuyas condiciones podemos presumir que no sean las idóneas para futbolistas mejor dotados técnicamente, aunque particularmente creo que sobre cualquier campo quien sabe jugar siempre supera al correcaminos de turno, ya no digamos a algún tuercebotas.

En la otra acera, debut de entrenador –¿victoria segura?- y un visitante con más nombre que rendimiento. El menú ofrece un entrante a base de morbo por la presencia del antiguo entrenador blanquiazul, Josico, en el banquillo rival. Pero números cantan y desde su llegada el Elche no ha mejorado sustancialmente. Encaja menos goles pero en las cinco primeras citas de la segunda vuelta ya ha sufrido dos derrotas. Si, en un principio partía como candidato a pelear con los de Vicente Moreno por el título, pero eso ya es historia; reciente, pero historia al fin y al cabo. El Atlético Baleares debe reescribir la suya. No es el espíritu de Son Gotleu –ignorante Melgarejo- el que ha de inspirarle, sino el de Els Hostalets. Hay mucha diferencia, amigo, mucha. Y la humildad, ahora y siempre, se hace imprescindible.

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