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¿En qué siglo estamos?

Por Francesca Jaume
miércoles 12 de febrero de 2014, 07:49h

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“El hombre nace libre, responsable y sin excusas”.


No lo digo yo, lo dijo Jean Paul Sartre.

Vilafranca, ese pequeño municipio del pla identificado en toda la isla por sus sabrosos melones y por ser la tierra natal de Tomeu Penya, es de tiempos casi inmemoriales Zona de Gran Afluencia Turística (ZGAT). Gracias a ello, las típicas tiendas de frutas y verduras han podido abrirse todos los días de la semana. En un momento concreto saltaron en la localidad las alarmas por un aviso institucional de que las tiendas tendrían que cerrar los domingos por cambio en la normativa de comercio. Los afectados pusieron cara de faena puesto que las mayores cajas se hacían precisamente durante el fin de semana. Lo viví en primera persona. En envite fue salvado con la enésima declaración adaptación a la ley mediante pleno municipal. Se evitó así un mal que años después produjo la construcción de la Variante de la carretera Palma - Manacor a manos del Ministerio de Fomento.

Ahora, ya volvemos a tener polémica a cuenta de los horarios comerciales. Marratxí ha reabierto el melón solicitando que todo su término municipal –y no solo una pequeña parte, como ocurre hasta ahora– sea declarado ZGAT y así pueda abrir todos los comercios los domingos y festivos.

El alcalde y el concejal del ramo, ambos del Partido Popular, defienden que esta medida es una demanda de todos los marratxiners y que el municipio, dado que carece de playas y hoteles, solo dispone de una industria potente, capaz de generar puestos de trabajo, que es el comercio Los argumentos del Ayuntamiento de Marratxí son razonables y no plantean ninguna barbaridad, porque ya hay en Baleares 19 municipios declarados íntegramente ZGAT: Alcúdia, Andratx, Banyalbufar, Bunyola, Campos, Capdepera, Esporles, Estellencs, Fornalutx, Inca, Llucmajor, Muro, Pollença, Sa Pobla, Sencelles, Sóller, Son Servera, Valldemossa y, como explicaba al principio, Vilafranca. Porque no más se una a la lista, no parece que el quebranto vaya a ser tan grande y al fin y al cabo, no es obligatorio abrir. Solo abrirían aquellos que quisieran al considerar que hay negocio. La declaración ZGAT no supone una carga para las arcas públicas –no cuesta nada–, favorece a los consumidores y a la libre competencia, es un factor de moderación e incluso bajada de precios, se incrementa el consumo, se crean puestos de trabajo y por tanto se recaudan más impuestos. Además de todo nadie está pidiendo que se liberalice el comercio totalmente como ha sucedido en Madrid, sino que se opta por una vía intermedia: que los ayuntamientos sean quienes fijen los horarios comerciales según su propio criterio.

Las organizaciones que agrupan a una parte de los pequeños comerciantes han puesto el grito en el cielo ante la posibilidad de que el Govern elimine la normativa que restringe la apertura en domingos y festivos. Creen que la competencia les perjudica y que si ellos tienen cerrado, deben tener cerrados los demás comercios que con ellos compiten. No entienden que hoy en día el mundo no funciona así y que su cuota de mercado que ellos creen proteger se está perdiendo a favor del comercio electrónico como el agua se escapa entre los dedos. Su principal –por no decir única– baza es la de defender las medidas restrictivas que limitan la libertad de los consumidores y de los comerciantes.

Somos muchos que preferimos comprar en el pequeño comercio, en el comercio tradicional. Pero nuestra opción debe ser libre y no verse condicionada por prohibiciones absurdas que hoy en día a nada conducen. El pequeño comercio debe explotar sus potencialidades a fuerza de poner en valor su calidad, su profesionalidad, su cercanía, su atención, su amabilidad, su ingenio. Fiar su supervivencia en la limitación de la competencia no es un camino admisible.

Corolario: Parece un debate decimonónico
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