Cada vez son menos explícitas las funciones de Monty Galmés, el presidente oficial del Mallorca ausente precisamente de los últimos actos oficiales. Si retrocedemos temporalmente, este ejecutivo procedente del sector turístico y del que nunca habíamos oído hablar en mentideros deportivos y mucho menos relacionados con el fútbol y el Mallorca, accedió al club para sustituir a Utz Claassen, es decir que no es un hombre de Robert Sarver y más bien se le vincula a la familia Nadal. No es accionista y por lo tanto siempre se la ha atribuido una misión pura y exclusivamente representativa, la cual choca con la constante aparición de Maheta Molango en su lugar. ¿Simple coincidencia?.
Hasta ahora quien presidía el consejo de administración no faltaba a la presentación de los nuevos fichajes, pero no ha estado en la de Zdjelar ni tampoco en la de Saúl García. Ni siquiera se ha fotografiado con el ganador de un concurso entre los compradores de las tiendas oficiales, como tampoco en la firma de un convenio con el Consell Insular de Mallorca o el Cide, uno firmado estoa días y el otro la pasada semana.
La pregunta es: ¿si no está al frente de las actividades propias de un presidente sin cartera, cuyo último encargo es representar al club ante la opinión pública y las instituciones, qué pinta?. Hemos llegado a imaginarle en el encargo virtual de informar a los dueños de cuanto aquí se cuece realmente, dado su interés en ejercer de anfitrión en las escasas ocasiones en que los americanos se han dejado caer por aquí. Alguien debería contarles la verdad, pero si la supieran probablemente no experimentarían tanta tranquilidad por aparente que sea. ¿Acaso en el cuento de hadas que les contaron figuraba una estrecha relación con y en el entorno de Rafa Nadal?. Tampoco sería de extrañar. Pero si Galmés no informa, ni aparece, ni representa, ni acompañó en Soria al accionista principal y casi único, no se comprende su tarea, ni su cargo, ni su figura. ¿Desaparecido, escondido o pasando de Molango y compañía?