En mi nombre no, sr. Rufián
martes 26 de noviembre de 2019, 03:00h
Recientemente, vi una magnífica película española, lo cual es mucho decir, y este fin de semana contemplé in situ alguno de los escenarios en que está ambientada “Hasta después de la guerra”; Mallorca es sin lugar a dudas un lugar maravilloso pero fuera de este pequeño país existen lugares extraordinarios como es la propia.
Cuando viajas, al menos me pasa a mí, establezco comparaciones con Palma y lo primero que me llamó la atención es lo limpia que está la ciudad (Salamanca, no Palma), el poco ruido que hay, y lo amable que es la gente; asimismo, la gente respeta -especialmente los que deambulan con patinetes- las reglas de circulación, lo cual es algo, desde los ojos de un mallorquín, inaudito.
En Salamanca, como saben, se encuentra el Archivo General de la Guerra Civil, sobre una parte del cual un sector del independentismo tuvo interés en que se trasladase a Cataluña. Lo que coloquialmente se dice 'querer meter las zarpas'.
Ese pequeño detalle, el del archivo, sirve para comprender el ánimo expansionista que tienen los independentistas -como todos los fascismos- hasta el punto de querer meternos en el saco de la negociación para la creación de lo que llaman países catalanes, un eterno
estado inexistente que sólo habita en la mente de unas calenturientas y salva patrias de tres al cuarto. Se atribuye tanto a Baroja como a Unamuno, quien fue Rector de la Universidad de Salamanca, la frase “la incultura se cura leyendo y el nacionalismo viajando”. Deberían
aplicarse en ello.
Pretender, como quiere ERC, como quiere el Sr. Rufián (padre de la patria Española por su condición de Diputado en Cortes) que los de aquí, de este pequeño país, nos unamos a su huida hacia delante, a su proyecto cainita de enfrentar a catalanes contra catalanes, sin darnos el
derecho a decidir si queremos integrar el estado catalán, es un acto fascista e imperialista. Nos niega lo que reclama para él.
Nadie, bueno, nadie mínimo representativo, le ha pedido nada al Sr. Rufián; los suyos en Baleares pronto cabrán en una nueve plazas, pues el autocar les viene grande. El Sr. Rufián no tiene nuestro mandato para negociar en nuestro nombre; se arroga una representación que no le corresponde y que se atribuye manu militari.
El señor Rufián, el señor Junqueras y sus demás conmilitones no me representan, como a la práctica totalidad de los baleares (según las urnas), y por eso les digo que en mi nombre NO, que no se pongan en su sucia boca el nombre de Mallorca; los mallorquines nos bastamos
para defender nuestros intereses, déjenos a un lado y arregle el lío que han armado en Cataluña, y ya sabe, EN MI NOMBRE NO, SR. RUFIAN. Que tengan un buen día.