Maheta Molango ha entrado en el Mallorca como una jirafa en casa de un hobbit. Cada vez que este hombre abre la boca se revela como el más neófito de los dirigentes que han pasado por el Mallorca, Según un alto ejecutivo del club, supera de largo a Utz Claassen, que además de no tener lo que su propio apellido indica, dejó al club sin dinero para pintar las líneas del campo, según acaba de revelar el consejero delegado, no sé si antes o después de recordar que él y sus jefes no son Mr Marshall, una comparación que últimamente repite mucho y que, a la vista de los hechos, ya nos imaginábamos.
Uno puede entender que las amenazas y broncas públicas a los jugadores sean del agrado de algún aficionado inconsciente, pero seguro que no gustan nada a ningún profesional responsable. Es muy grave que incluso antes de empezar la liga, la primera autoridad de un club de fútbol amenace a la plantilla con despidos en el mes de octubre o noviembre. Más ofensivo resulta advertirla de que su excelencia paga desayunos y comidas para hacer algo más que luchar por la décimo sexta posición, un menosprecio en toda regla para quienes viven de un trabajo que les permite almorzar, comer y cenar cada día ellos y sus familias. Y no mucho mejor es anunciar a los cuatro vientos que Colunga y Oscar Díaz serán sancionados por intercambiar golpes durante un entrenamiento. Eso pasa y se castiga de acuerdo con el régimen disciplinario del club, si lo hay, pero no se expone a la opinión pública.
En este plantel hay futbolistas que superan de largo la treintena, otros que, sin llegar a ella, han vivido toda clase de experiencias y si Robert Sarver ha dejado el club en manos de un aprendiz que sabe del negocio mucho menos que la mayoría de ellos, debería ir pensando en quién realmente debería hacer las maletas no dentro de tres meses, sino sin esperar a septiembre. Y eso también va para Fernando Vázquez si consiente tamañas humillaciones a sus pupilos. Eso a Luis Aragonés no se lo hacen ni en sueños. Si Andy Kohlberg viaja para asistir al primer partido, aunque uno cree que aprovechará para otras cosas, que tome nota y actúe en consecuencia. ¿O no, Monti?
