En el transcurso de su rueda de prensa semanal, Olaizola ha confesado no haber entendido aún lo que pasó en el segundo tiempo del partido del sábado pasado contra el Tenerife. Ya nos dimos cuenta de que no se había enterado entonces, pero que siete días después se mantenga en la inopia ya es mucho más grave. Y peor si sus jugadores han llegado a la misma conclusión. Añade que va a salir de esta porque en la vida ya ha superado situaciones muy difíciles. Cierto, pero nada que tenga que ver con el fútbol que deviene en otro mundo muy diferente al real, por palpable que sea.
Con Pep Alomar a su lado debió aprender que una cosa es el planteamiento de un encuentro y otra diferente la lectura que en muchas ocasiones es preciso hacer según el desarrollo de esa planificación. Pep Lluis Martí, con menos años en el banquillo que él, rectificó en el descanso el diseño que había dibujado. Visualizó erróneamente el campo de batalla y el potencial del enemigo, pero se dio cuenta y cambió peones y estrategia. Eso, amigo, es lo que pasó y si no lo ha comprendido alguien ha debido decírselo entre tanto enteradillo que hay desde el consejero delegado, al director deportivo, embajadores y demás especialistas.
Por cierto que, en las redes sociales, se dice que, en su reciente viaje, Andy Kohlberg, el socio contable de Robert Sarver, inquirió a Molango para que redujera los gastos de personal. Obediencia ciega, cesó al director de comunicación un año más tarde de lo que debía y a la jefa de taquillas. Ignoro cuánto se ha ahorrado, pero si me insisten en que el ramo de la abogacía en el que más ha trabajado es el laboral, me invade una preocupación mayor de la que ya me inquietaba.