Haga el siguiente ejercicio: pare, aparque todos sus pensamientos e imagine que no come durante tres días. No lo hace por adelgazar ni hay indicios de anorexia. No prueba bocado durante 72 horas simple y llanamente porque no tiene qué llevarse a la boca. Y tiene frío y le duele el cuerpo porque lleva semanas o años durmiendo en el suelo. Solo hay hambre, sed, molestias, en algunos casos problemas psicológicos severos, y mucha incertidumbre. Pues bien, ésta es la realidad de cientos de personas en esta misma Comunidad Autónoma. Como suele decirse "no hay que irse a África". Toni Gil, dueño y alma de El Caballito de Mar, lo tiene más que interiorizado y por eso, él y su equipo, llevan siete años colaborando con el comedor social Zaqueo. "Todos podemos ayudar", dice a mallorcadiario.com.
Su restaurante, con tres generaciones detrás, es uno de los más emblemáticos de Palma. Cada año pasan por él miles de comensales locales, nacionales y extranjeros, en su inmensa mayoría de alta capacidad económica: empresarios, deportistas, artistas y políticos, también reyes y jeques, lo eligen por sus pescados y sus mariscos. De ahí el tremendo contraste. Cuenta que un día se vio repartiendo platos de lentejas en el comedor social y tres horas después, atendía a los Reyes Felipe y Letizia en su restaurante. "Estas cosas te ponen los pies en la tierra", dice. Reconoce también que se ha emocionado muchísimas veces por un simple 'gracias'. "Nunca sabes los días que lleva sin comer".
Todo comenzó con el terremoto de Haití de 2010. "Yo he tenido mucha suerte en la vida y siempre he querido devolver a la sociedad todo lo que me ha dado. Cuando ocurrió aquello decidí organizar una torrada solidaria y aunque lo organizamos en dos días, la respuesta fue brutal". La crisis apretaba pero la gente respondió. Y él quiso ir un poco más allá. "Me planteé ¿por qué no montar algo con más frecuencia?". Al principio, llegó a pensar en cerrar el restaurante un día al mes y convertirlo en comedor social pero finalmente optó por llevar a un comedor social su restaurante. "Pasta con pescado, arroces, lentejas con pollo y verdura. También algún postre, como bizcocho... Hacemos de todo, pero sobre todo, que alimente". Son muchas bocas que saciar con unas necesidades radicalmente distintas a las que atiende en El Caballito de Mar.
En total, Zaqueo ofrece una comida diaria a más de 200 personas. Hombres y mujeres, abandonados y desamparados de la sociedad, en la más absoluta soledad. Algunos son alcohólicos, otros drogodependientes, también hay expresidiarios e inmigrantes que huyeron de la pobreza para caer en la miseria. "Pero también están aquellos, como tú o como yo, que tenían una familia y un negocio y por vueltas que da la vida, han acabado así". No se les pregunta de dónde vienen ni se les juzga, solo se les ayuda. "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis". Lo dice la Biblia y así lo recoge la web del comedor social.
Toni y los suyos van cada primer lunes o miércoles de mes y sirven la comida. "Allí hay voluntarios pero muchas veces me llevo a camareros y cocineros del restaurante, o incluso, a amigos. Es una experiencia fulminante, se te caen lágrimas ahí dentro". Pero son lágrimas productivas. "Muchos vuelven o siguen colaborando después".
Aún así, se necesitan muchas más manos. "Hay que movilizarse, queremos montar una campaña para que todo el mundo eche un cable. No se trata de llevar una mariscada o un colomillo, se puede hacer una crema, una sopa, unos macarrones. Es más, si no puedes cocinarlo tú, puedes aportar dinero o simplemente ingredientes".