Cerca de mil toneladas de estos residuos se retiraron el año pasado en Palma, lo que supone casi tres toneladas al día. Operarios de Emaya tienen que limpiar los filtros, retirar los residuos, recogerlos y transportarlos a la incineradora cada día. "No es solo un problema medioambiental sino también económico", afirman fuentes de la Empresa Pública. El año pasado, estas actuaciones costaron cerca de 400.000 euros públicos.
Por su parte, Calvià retiró 851 toneladas, realizando más de 2.500 intervenciones -entre reparación de averías y solución de obstrucciones- y destinando 416.000 euros públicos.
Desde Emaya apuestan por "minimizar el uso de estos residuos" pero recuerdan que, en caso de ser utilizadas, nunca deben ser arrojadas al retrete sino a la basura, ya que "en contra de lo que anuncian algunas marcas, ninguna es biodegradable". Lo mismo ocurre con los discos desmaquillantes, los bastoncillos para los oídos o los productos de higiene femenina: ninguno de estos residuos deben ir al inodoro.
El asunto genera gran preocupación en los ayuntamientos, principalmente en los grandes que afrontan mayores datos poblacionales. Palma, Calvià, Manacor y Pollença han aunado esfuerzos e impulsan una campaña conjunta para combatir estos vertidos. Entre las actuaciones previstas está el reparto de adhesivos para colocar en los baños públicos municipales, recordando a los usuarios dónde se deben depositar.