Estaba claro que Aina Calvo volvería a encender la traca del lío interno dentro del PSIB. No puede vivir sin armar follón, y así ha sido una vez más. Desde su sonada derrota en las primarias autonómicas, Calvo y su grupo se han encastillado en su torre del orgullo sectaria y lejos de intentar tender puentes con la ganadora, Francina Armengol, que sería la la actitud más lógica de todo socialista de bien, capaz de anteponer los intereses del partido a los suyos propios, han hecho todo lo contrario y se han puesto el caparazón de la displicencia y la arrogancia.
Armengol ha pecado de ingenuidad al pensar que Calvo le ofrecería un candidato de consenso para Palma. Le ha hecho todo lo contrario. Calvo ha despreciado a su secretaria general. La derrotada ha dado la espalda a la vencedora sin importarle un comino si dejaba en ridículo al PSIB ante toda la ciudadanía. Ella es así.
Y este jueves, en el último minuto antes de la llegada del agosto, lanza a su cachorro José Hila al proceso de primarias. Lo ha hecho estilo emboscada de la tribu Sioux: sin avisar, por sorpresa, comunicándoselo antes a la prensa a que a la dirección. Lo ha hecho a lo Caballo Loco, por la espalda, con alevosía y premeditación.
El problema de Calvo no es político, ni ideológico, ni ético. Su problema es que se asienta sobre un ego totémico, sobre una vanidad personal fuera de toda mesura y de toda lógica. Está rabiosa hasta lo más íntimo porque Armengol le sacó una ventaja de nueve puntos y 1.200 votos en las primarias de abril. Calvo y lo suyos, que se veían ganadores, se llevaron un chasco de estampida de búfalos. Se había pasado la campaña de las primarias pregonando de punta a punta del Archipiélago que ella estaba mejor preparada que Armengol. Lo repitió tantas veces que incluso ella misma se lo llegó a creer. Al final, su ego le ha impedido fumar la pipa de la paz con Francina. Calvo confunde política con venganza. Y eso, tratándose de compañeros del mismo partido, es una aberración intelectual.
Al haber repetido tantas veces cuando pugnaba por ser candidata al Govern que si perdía no se presentaría a Palma, ahora tiene que tragarse todas las alcachofas mediáticas donde pregonó que jugaba a todo o nada. No tiene más remedio que lanzar a José Hila, un pedazo de pan que lleva años tragando Calvo con resignación franciscana, le guste o no le guste.
Hila en la arena con muleta y estoque y con Calvo dándole cuerda implica movimientos. Armengol (que tiene un tercio de los votos de Palma y es hegemónica en la part Forana) no presentará un candidato propio. Pero está al caer que salte un "tercer hombre" a la arena. Un profesional (¿médico?) que pueda arrastrar los votos armengolistas.
Durante meses el único candidato ha sido Santi Morey, que ha conseguido el apoyo de Ramón Torres, el cual mueve centenares de votos de afiliados socialistas en Palma. A una parte del sector oficialista ya le iba bien Morey. Pero la danza de guerra de último momento Calvo-Hila ha encendido todas las alarmas del aparato. Ahora no se fían de que Torres siga fiel a Morey y que Calvo lo arrastre tal y como hizo en las primarias autonómicas. Vistas así las cosas, sólo les queda la opción "tercer hombre", manejando los hilos desde fuera, naturalmente.
No tienen otra salida. Calvo, con el orgullo arañado, quiere refriega. No le importa el martirio que está atravesando el PSIB por su guerrerismo ciego. O le consienten los caprichos, o quema el campamento. Pero Armengol es un hueso muy duro roer, tal vez demasiado duro para la enfebrecida Calvo