El último populista

He de confesar que desde que dejé Radio Marca, en diciembre del 2014, no he vuelto a escuchar la radio. Sin intención ni ganas de enmendar la plana a nadie, pues soy el último mono de este oficio, no comparto esa política de los medios de pactar la publicación al unísono de sus entrevistas o noticias. El periodismo que me enseñaron era el de la calle antes que la mesa y el de a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. El éxito de un trabajo no depende de quién lo edite primero, sino de su calidad, contenido y personalidad aunque salga días después. Así lo reconoce el mismísimo José María García en el libro “Buenas noches y saludos cordiales”, que muchos han leído sin haber extraído o aplicado ejemplos.

A finales del mes de junio ya expresé mi opinión respecto al interés que pueda despertar el presidente del Mallorca, dado su carácter representativo. Quien toma las decisiones es Maheta Molango o Fernando Vázquez en el último escalón del área deportiva sin apenas mandos intermedios. Que los dueños, americanos en este caso, necesiten a un mallorquín sentado en el palco para no dar el cante, vale, está bien. Pero en tal circunstancia ha de ser un personaje de contrastada relevancia social o dotado de una gran popularidad, condiciones ambas que no reúne Monti Galmés, contra quien nada tengo y ni siquiera conozco, como sin duda ocurre a muchos mallorquinistas.

Para mi la opinión del actual presidente del club vale ni más ni menos que la de cualquier aficionado. Nada que ver con Mateu Alemany, Jaume Cladera, el efímero Pep Pons, Vicenç Grande, Miquel Contestí, Tomeu Vidal, Juan de Vidal y Salvá o Jaume Rosselló, por citar sólo a unos cuantos. Ya ni siquiera entro en si desembarcó de la mano de Utz Claassen, lo peor de la historia del club junto con Gabriel Cerdá. El último populista sin cartera que gozó de la presidencia fue el doctor Beltrán que, este sí, supo ejercer de comunicador y, sin necesidad de entrevistas pactadas, se metió en el bolsillo a los medios y al público. Otros defectos tendría, pero impuso sus virtudes.