El "tapón Cristina"

Toda la vorágine judicial y de Fiscalía desarrollada en los últimos años parece que se ha topado con un muro insuperable: la infanta Cristina de Borbón, imputada por el juez Castro, desimputada por la Audiencia con el apoyo del Ministerio Público y ahora, al parecer, a las puertas de una nueva imputación tras haberse sabido que ella firmaba como arrendataria y como arrendadora del palacete de Pedralbes. Una prueba que si hubiera recaído sobre otro mortal ya estaría judicialmente empapelado hasta las orejas. De momento Castro no ha dado ningún paso de cara a la reimputación. Es lógico después de que la Audiencia le revocase explícitamente la anterior. Nos encontramos ante un caso al parecer único en la historia reciente del penalismo y del procesalismo español. Habrá que ver cómo resuelve el instructor la nueva papeleta. De momento, ha embargado medio palacete, la parte que corresponde a Urdangarín, pero ha dejado libre de cargas al otro medio, propiedad de Cristina. ¿Cómo se come eso en la práctica? Los expertos jurídicos lo sabrán, pero la ciudadanía normal y corriente ya está más mareada que un canario atado a la hélice de un avión en marcha. Y hay que recordar que la Justicia, como el resto de poderes del Estado, emana y se aplica en nombre del pueblo, que no entiende de este tipo de distingos y sutilezas tendentes a salvar a unos y castigar a otros. El problema es que el caso Cristina se ha convertido en un problema en sí mismo, con entidad propia al haber sangre real de por medio,  muy por encima de los desbarajustes de Noóses, Aizones y Urdangarines, Tal evidencia puede taponar toda la dinámica de procesos que giran alrededor de la enorme ristra de escándalos de los últimos años. Si la Justicia blinda a Cristina y la aparta de la vorágine por ser hija del Rey, todo este vendaval puede quedar en parte viciado porque quedaría palmariamente vulnerado el principio de igualdad ante la ley. Ese es el gran reto actual de los encargados de aplicar las leyes o de acusar a los que presuntamente las conculcan. O Cristina  baja la rampa de Vía Alemania para prestar declaración y se apresta a sentarse en un banquillo con una más que posible petición de pena de cárcel, o se habrá creado un privilegio de casta incompatible con el Estado de Derecho. Es un asunto de muy difícil solución y de más compleja comprensión. Y más en este Archipiélago, que cuenta con más de 400 imputados y un buen puñado de condenados y encarcelados. Si hay salida judicial para Cristina, ¿qué pasará con el resto?