Francina y sus políticas se están imponiendo. Con ellas, la corriente clientelar, partidista y rancia que tiene secuestrada la educación y que está arrasando la sanidad. Al ser preguntada por la diputada de Ciudadanos, Olga Ballester, manifestó que está a favor que hasta las jefaturas médicas se otorguen políticamente y a dedo. Lo dijo alto, claro y fuerte, en el propio Parlament.
Y como en política, la obediencia no es una opción, sus recomendaciones se aplican de forma implacable y piramidal en los centros sanitarios. A falta de la última acreditación documental, la reconversión de cargos de confianza en cargos técnicos, en el ámbito de la salud es una realidad. En este sentido, Son Espases va camino de récord. Falta un año de legislatura y ya está tomando cuerpo el cuarto director médico.
Partidista, rancia y clientelar es la tendencia a favorecer, sin justificación, a determinadas personas, grupos u organizaciones desde una posición de poder. Clientelar es el otorgamiento de beneficios a cambio de apoyo o sumisión. Clientelar es el sistema de protección, amparo y promoción a cambio de obediencia y acatamiento. Clientelar es la utilización de recursos organizacionales o institucionales como si fueran propios a cambio apoyo. Se han disparado las promociones y los pluses. Si, clientelar, clientelar, clientelar…, tiene el mismo sentido, aquí, en el Polo Norte, o en las antípodas.
No me extraña que el miedo atenace a los aspirantes a la OPE ante la incapacidad de los profesionales de mantener la independencia en el ámbito directivo. A medida que se acercan las fechas de la mayor OPE de la historia, el pánico cala entre los aspirantes. La depreciación de la meritocracia es un mal mensaje para los profesionales, la sociedad y para el sector. La desconfianza está haciendo mella entre los candidatos a participar en el proceso de consolidación de una plaza pública.
Por ende, el recelo y la suspicacia están enlenteciendo la actividad en los centros sanitarios y afectando a los resultados. Los esfuerzos dedicados a la defensa personal son cada vez mayores. En esta segunda parte de legislatura reaparecen despreciables actitudes de acoso personal facilitadas desde el poder inapreciables con directivos profesionales. Los objetivos generales se han difuminado y las energías se dedican a las cuitas e intereses personales. De lo contrario, como se explicaría que las listas de espera se hayan disparado con los incontrolados e ilimitados recursos puestos para su control.
Hay muchas formas de emponzoñar una legislatura que lo tenía todo para ser, sanitariamente, muy buena. Unas arcas recuperadas, un equipo experto, una buena consejera y un punto de partida que solo permitía la mejora. Los fontaneros han destrozado el escenario. Han embarrado el campo de juego. A los profesionales se les hace difícil concentrarse en sus obligaciones ante la percepción de un campo enlodado. Con el terreno enfangado, los jugadores mediocres se hacen con la iniciativa, la calidad del juego se deteriora, aumentan las lesiones de los técnicos y disminuye la productividad general.
Se están nombrando centenares de miembros de tribunales de selección, que inevitablemente, en un porcentaje muy importante están recayendo en políticos partidistas reconvertidos en técnicos que han mantenido oculta su dependencia partidista desde su nombramiento. En este sentido, el futuro y décadas de esfuerzo de miles de trabajadores quedan pendientes de unas oposiciones sembradas de incertidumbre, intranquilidad y zozobra. No sé hasta qué punto los profesionales mantendrán el tradicional silencio que ha caracterizado las anteriores convocatorias. El clima de amedrentamiento que procura reducir drásticamente la capacidad crítica y reflexiva también tiene sus límites.
La politización partidista está asegurada, la meritocracia enterrada y la confianza de los aspirantes en su mínima expresión. Todos los sectores están en estado máxima alerta; docentes, administración general, sector turístico, sanitarios. La realidad es difícil de disimular. Por qué negarlo. El clima de preocupación se palpa en el ambiente y el escenario es desincentivador.