En la pista de esquí más meridional de Europa se ha forjado Regino Hernández, un campeón de snowboard que acaba de ganar la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de invierno tras 26 años de sequía.
Esta es la tercera medalla española en la historia en esta competición. Los deportes de invierno, por razones obvias, no han tenido mucho arraigo en nuestro país. Las anteriores medallas fueron conseguidas por los hermanos Fernández Ochoa (Paquito en 1972 y Blanca en 1992).
Regino es un ceutí afincado en Málaga que aprovechaba los fines de semana para recorrer la distancia que le separaba de su casa hasta la estación de esquí. El magnetismo que sentía por la nieve era tal que sus padres le recuerdan con la felicidad máxima cada vez que, desde los 4 años, se rodeaba del sólido y gélido elemento.
La hazaña que acaba de conseguir Regino permite extraer grandes enseñanzas para jóvenes y no tan jóvenes.
Para todos, la enseñanza más importante es que no hay reto inalcanzable cuando manda el corazón. En una de las zonas más áridas del país como es Andalucía, Regino ha aprovechado la oportunidad que le brindaba, en una zona tradicionalmente seca, un pequeño reducto de nieve a la espalda de la hermosa ciudad de Granada.
A pesar de la escasez de recursos en comparación con sus competidores (medidos en número de días de nieve apta para el esquí al año), Regino ha demostrado que con pasión todo se puede conseguir a pesar de la escasez. La abundancia no asegura el éxito. Incluso puede llegar a ser contraproducente.
Regino también nos enseña a dedicarnos a lo que nos dicta el corazón y no a lo que otros nos dicen que hay que hacer para triunfar. Si fuera así, Regino sería futbolista. Según sus padres se le da bien cualquier tipo de deporte. Hacer de tu afición una profesión es lo deseable. Dedicarse a lo que uno ama hará despertar la pasión.
En este sentido quiero lanzar un mensaje para los jóvenes: estudiad o dedicaos a lo que os haga disfrutar y aunque os digan que no tiene salidas profesionales. Sed los mejores en lo que elijáis.
Regino nos ha hecho ver la nobleza de los valores que transmite el deporte. Ver el espectacular transcurso de la prueba final a casi 90 Km/h, con choques entre adversarios, salidas de pista y saltos de más de 30 metros de altura, no es óbice para que al acabar la prueba se fundiera a abrazos con sus rivales. La nobleza no está reñida con la competitividad.
Para los no tan jóvenes, la enseñanza de Regino, o más bien de sus padres, pasa por inculcar aficiones a los hijos pero respetando sus decisiones. Los padres le transmitieron su afición por el balonmano que siempre habían practicado pero dejaron que su hijo eligiera su camino. Regino, siguiendo la estela de sus progenitores, empezó practicando esa disciplina pero se dejó atrapar por el influjo de la nieve que se encontraba a 230 kilómetros de su residencia en Mijas.
Una enseñanza para todos: No solo de fútbol vive el hombre. Tenemos campeones que son más reconocidos fuera de nuestro país que dentro. Que se lo pregunten a Carolina Marín, campeona mundial de badminton, una heroína adorada en la India y que apenas es reconocida en su país. Sus victorias ocupan un pequeño espacio en las portadas de los diarios cuando coinciden sus éxitos con las declaraciones tras el entrenamiento de Cristiano Ronaldo o Messi. Tenemos muchos héroes casi anónimos. Son los "Rafa Nadal" de deportes minoritarios como es el caso del patinador Javier Fernández (Actualización de la información: Javier acaba de ganar la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de invierno y ha hecho historia como Regino. ¡Grande, Javier!), el triatleta Javier Gómez Noya, la kitesurfista Gisela Pulido o el recientemente retirado piragüista David Cal.
Desde aquí el reconocimiento a estos y otros reyes anónimos del deporte. Hoy en especial al Rey Regino que, desgraciadamente y a pesar de su reciente hazaña, lo más probable sea que no pueda vivir de su pasión, el snowboard a pesar de lo mucho que ha hecho por el deporte y por este país.