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El Rey abdica en el momento oportuno

lunes 02 de junio de 2014, 11:32h

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El resultado de las elecciones Europeas no deja lugar a dudas. Una España golpeada por la crisis y donde la juventud tiene cada vez menos horizonte, necesita imperiosamente grandes cambios institucionales. Así lo ha entendido Juan Carlos I tras casi 39 años en el trono. La llegada de Felipe VI a la jefatura del Estado es una decisión valiente, mesurada y no exenta de riesgo. Pero es la salida más inteligente para rejuvenecer el régimen constitucional desde la cúpula.

La España actual es muy diferente a la de 1975. Juan Carlos ha jugado un papel extraordinario en estas casi cuatro décadas, un tiempo inmenso de asentamiento democrático. Mas precisamente por ello, es la hora del cambio generacional. Zarzuela ha elegido el momento oportuno. Necesita que las Cortes aprueben la ley orgánica que propicie el cambio en la jefatura del Estado. Para que no hayan problemas de ningún tipo se encuentra con el PP de Rajoy, que dará estabilidad al proceso d cambio, y al PSOE todavía comandado por Rubalcaba (ahora se comprende porqué no dimitió ipso facto) que sacaran adelante esta ley sin ningún problema.

Hay que tener muy presente que fu el bipartidismo quien salió duramente golpeado en las pasadas Europeas. Y este bipartidismo, ahora en crisis, han sido los dos pilares de la Monarquía de Juan Carlos I. Tenía que llegar la reacción, con celeridad y tacto. Y así ha sido. La Historia pesa mucho en estos casos, Nadie debe olvidar que la marcha de Alfonso XIII se produjo dos días después de las elecciones municipales de 1931. En aquella ocasión, la Corona no pudo controlar los acontecimientos que dieron paso a la II República. Ahora es muy diferente, la abdicación de Juan Carlos I no es una cuestión de debilidad, sino de solidez de la Monarquía, que tiene en sus manos poder conducir el tránsito hacia la sucesión.

El impecable desarrollo de su misión como Rey, no empaña que la Monarquía ha pasado por momentos muy difíciles y de desprestigio en los últimos años. Desde el caso de la caza de elefantes en Africa hasta el caso Nóos con la imputación de la infanta Cristina, que ha sido la gota que ha colmado el vaso de la abdicación de Juan Carlos, lo cierto es que se imponía esta abdicación.

Quedan por delante semanas complejas. Cabe confiar en el bien hacer de Rajoy para que el tránsito se haga con los menos problemas posibles. Rajoy no debe cometer errores ni timideces. Y ha de saber sacar adelante todas las decisiones consensuadas con el PSOE. Es clave que sea así. España vive momentos políticamente convulsos. Los partidos a la izquierda de los socialistas sacaron más de tres millones de votos el día 25. A su vez, la soberanista ERC ganó en Catalunya y Bildu obtuvo el 23% de los votos en el País Vasco. Es una coyuntura compleja, con problema sociales muy grandes y con algunas comunidades indignadas con el poder central.

Pero por encima de todo está la obra impagable que  ha hecho Juan Carlos I por la libertad en España. Se va con el deber cumplido. Y éste ha de ser el norte que ha de conducir el actual proceso hacia la estabilidad.