El reto de Felipe VI
lunes 02 de junio de 2014, 20:06h
Felipe de Borbón llega al trono de España en una coyuntura harto delicada. Con problemas nuevos y otros antiguos que confluyen en una de las situaciones políticas más complejas que se recuerdan desde los inicios de la transición. El joven Rey tiene ante sus ojos el rejuvenecimiento acelerado de la izquierda, con opciones en gran ascenso como el Podemos de Gerardo Iglesias, que han forzado la dimisión del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la apertura de un profundísimo proceso de renovación de este partido si no quiere verse desbordado por la izquierda a medio plazo. Y la juventud a la izquierda del partido socialista es en buena parte republicana.
¿Será el nuevo PSOE que surja del congreso de julio un partidario de grandes transformaciones internas que podrían incluso afectar a la reforma de la Constitución y la Jefatura del Estado? Es una posibilidad. Parece lógico que Felipe VI se asiente en el trono antes de que el tradicional bipartidismo surgido de la transición y absolutamente leal a Juan Carlos comience a hacer aguas por imperativo de los nuevos tiempos.
Otro gran reto, esta vez de 300 años de antigüedad en su origen, es el problema catalán. El joven Rey, junto al Gobierno central, tiene ante sí el órdago soberanista, que comenzará a vivirse con toda su intensidad a partir del próximo 11 de septiembre y, según as previsiones de la Generalitat, alcanzará su punto álgido el 9 de noviembre, fecha prevista para la consulta del derecho a decidir.
Parecería lógico que hubiese sido Juan Carlos quien se hubiera tenido que quedar al frente del Estado en los próximos meses para cumplir su papel constitucional en tan compleja coyuntura.
Pero España está cambiando a pasos agigantados. Y corresponderá al joven Felipe VI lidiar con esta realidad tan difícil. Lo más importante es que si llegan momentos altamente tensos, él ya estará asentado en el trono. Esta tal vez sea la clave de la abdicación de Juan Carlos, llevada a efecto de forma tan aparentemente precipitada. La Corona, más joven y más adaptada a los nuevos tiempos, se sedimenta y refuerza a la espera del embate de los próximos meses.
Cabe también confiar en la habilidad política de Mariano Rajoy para sortear todos los escollos. Voluntad no le falta. Otra cosa es saber si tendrá la suficiente inteligencia y temple para sortear con visión constitucional y a la par con capacidad de diálogo los escollos que se le vienen encima.
Un joven Rey moderno, abierto y con capacidad de entendimiento y de generación de ilusión es fundamental en estas movidas horas actuales. No debe olvidar que asume el trono de una nación con más de cuatro millones de parados aparte de muchísima gente que ha desistido de encontrar trabajo. Felipe VI ha de ser el Rey de la esperanza, como ya lo fue su pacre en 1975. Ha d aportar coraje para superar la crisis desde la justicia y la reconquista del Estado del Bienestar. Ahí está la auténtica batalla que ha de saber ganar. Si lo consigue, todos los demás problemas estrictamente políticos se convertirán en secundarios con el paso de los años.