El regreso de Batman

Soy fan de Batman desde hace pocos años, es decir, ya había cumplido los 50 cuando rompiendo esos esquemas mentales que me impiden abanderar causas o cosas con nombres y apellidos, me rendí a los encantos de un protagonista de cómic renacido gracias a la magia del cine actual y a la película “Batman Begins”.

Batman, al margen de su estiloso chic casi Armani, pone de manifiesto el fracaso de la sociedad para conseguir una convivencia pacífica. Políticos corruptos en un sistema que ya nadie intenta cambiar, justicia más corrupta todavía y un sistema policial podrido hasta las entrañas. Los buenos son pocos y pasan desapercibidos entre la maraña de mafiosos, para intentar salvar lo poco que les queda de humanidad. Al final, solo les queda Batman, ese humano de carne y hueso que tiene que simular venir de otro mundo, con poderes excepcionales, para que alguien se tome en serio la necesidad de un cambio radical, porque ya se sabe que nadie es profeta en su propia tierra.

Llevo seis meses sin publicar un articulo de opinión. En agosto pasado había llegado a ese límite que consiste en tener la impresión de que aburres a quien te lee porque ya has explicado en los 270 artículos anteriores lo que opinas sobre un determinado tema, siempre exactamente igual. Pero seis meses es un tiempo prudencial y más que suficiente para renovar ideas, y ello pese a que los posibles objetivos de mis opiniones no han variado su discurso en el transcurso de estos seis meses ni lo variarían aunque tuvieran siete vidas como los gatos.

Aquí hoy, Batman enloquecería: en Catalunya sería justiciero de los independentistas; en Andalucía de los “unionistas”; y en Baleares perdería lo que le quedara de cordura al darse cuenta de que no es solo que (como dice Agustín el Casta) no utilicemos los intermitentes para que no se sepa dónde vamos, sino que además, la mayoría de las veces, no tenemos ni idea de hacia dónde queremos ir.

No me imagino a Batman cuchicheando en una esquina con ninguno de nuestros representantes políticos y sin embargo, me los imagino a todos en la foto del Parc de la Mar, delante de la Catedral de Mallorca, disfrutando de la enorme silueta del murciélago dibujada entre el cielo y el mar porque, en realidad, tarde o temprano de seguir así, todos intuyen que le necesitaremos.