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El portazo de Aguilera alimenta la imagen de inestabilidad que acompaña a Podem

jueves 28 de junio de 2018, 22:00h

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El diputado de Podem Salvador Aguilera ha abandonado la formación dando su sonoro portazo al calificar el partido como un "proyecto fallido" que ha "desconectado de la realidad". Con la salida de Aguilera, el partido de Jarabo queda con siete diputados en el Parlament balear, los mismos que el numeroso Grupo Mixto, engrosado antes con las ex diputadas podemitas Xelo Huertas y Montse Seijas.

Aguilera ha utilizado su airada salida para cargar contra sus ya ex compañeros de partido por plegarse a decisiones del Govern que, a su juicio, no han servido para solucionar los problemas de vivienda (sobre todo en Ibiza, que es donde obtuvo su escaño) ni crear más infraestructuras educativas. Los de Jarabo se han apresurado a descalificar su actitud por no devolver el acta del diputado calificándolo de tránsfuga que no ha actuado de forma honesta ni coherente.

La situación generada por la salida de Salvador Aguilera se suma al espectáculo que Podem viene dando, prácticamente, desde el inicio de la legislatura. Las expulsiones de Seijas y Huertas, esta última siendo la presidenta de la cámara, y el pulso, para muchos cerrado en falso, entre Alberto Jarabo y Laura Camargo proyectan una imagen de inestabilidad que complica su presencia dentro de la mayoría que apoya el Govern de Armengol.

En las elecciones de 2015, Podem consiguió alzarse como tercera fuerza política en el Parlament con diez diputados; ahora sólo mantiene a siete y deja a la mayoría parlamentaria con 31 diputados, sólo dos por encima del número que garantiza una gobernabilidad sin problemas. Si hace tres años, la labor de Podem fue fundamental para alcanzar los Acords pel Canvi que permitirían iniciar la andadura del actual Govern, las crisis sobrevenidas dentro de la formación la han convertido en un foco constante de conflictos.

Disputas entre las diferentes tendencias y una gran dosis de personalismos están en el origen de todas estas crisis. La formación que surgió de la indignación callejera para hacer una nueva política ha ido evolucionando hacia fórmulas tradicionales, con liderazgos que dejan poco margen para la controversia interna y que no perdonan al disidente. De esto se queja Aguilera; de que Podem ya no representa "el modelo del cambio" dedicándose a "desactivar a sus militantes más valiosos y potenciar a los más sumisos y obedientes".

En esta tesitura, Podem se ha convertido en sinónimo de inestabilidad, añadiendo más interrogantes sobre su futuro papel en un nuevo Parlament y la fuerza que podría prestar a un eventual nuevo pacto de izquierdas.