Este domingo bajamos a Palma para dar una vuelta y como me imaginaba todas las grandes cadenas, así como el Corte Inglés, estaban abiertas, para no desaprovechar una de las mejores oportunidades del año y así engrosar su cuenta de resultados.
Eran muy escasos los pequeños comercios que mantenían sus puertas abiertas y, claro está, así es imposible poder mejorar los beneficios del año.
Cuando lo comento con propietarios de pequeños negocios la contestación siempre es la misma: “No podemos abrir porque no tenemos posibilidad de pagar a trabajadores que cubran toda la jornada, y nosotros estamos cansados de tener que trabajar todo el día”.
Y yo me pregunto: "¿Tal vez, no sería mejor que nuestro gobierno se centrara en dar ayudas a esos pequeños comerciantes para que pudieran abrir en días festivos y poder trabajar para dar ese servicio al cliente final?"
Para ese pequeño comercio es imposible pagar horas extras y además tienen una limitación de las horas en las que pueden trabajar sus empleados, pero poder cubrir los siete días a la semana, como hacen las grandes superficies, es totalmente inviable, y así nos encontramos con los comercios de toda la vida, cerrados sin poder sacar un beneficio.
En nuestra calle Vilanova, pegada a San Miguel, los negocios en los locales rotan sin parar y duran poco más de dos años, a excepción de algunos de toda la vida que aguantan porque no tienen que pagar el alquiler del local, e igual pasa en todos los locales del casco antiguo de Palma.
El pequeño comercio se muere de asco esperando que la situación cambie y gastando todos los ahorros que tanto tiempo le ha costado generar. Otros, directamente, se arruinan pagando impuestos que les comen totalmente.
Es una pena ver, en plena campaña, tanto local cerrado, sin poder tener un beneficio claro y tener la posibilidad de hacer un pequeño colchón para la jubilación de esas personas que no podrán vivir con lo que les quedará, ya que son autónomos y la miseria que podrán cobrar es una mera limosna, viendo cómo está la vida.
Ciertamente, la economía está cambiando; nuestro modelo económico basado en la revolución industrial ya no soporta más esta crisis que viene de largo, que fue disfrazada por la pandemia y que ahora tiene una excusa para poder seguir arruinando a los hogares de todos los autónomos que intentan sobrevivir a duras penas.
Este mes, en mi grupo de BNI Experience, un networking internacional,que tiene como fin ayudar al autónomo y pequeño empresario a salir a flote, el cual gestiono desde hace dos años, me he encontrado con dos autónomos que finalmente han sucumbido a una empresa de mayor tamaño y han tenido que cerrar sus negocios.
Y esta es una realidad, un día sí y otro también; al final, agotados de luchar y de no llegar a final de mes, muchos deciden cerrar el negocio y dejar de cambiar dinero para pasar a formar parte de una gran empresa y así terminar con el sueño de tener su pequeño negocio y crear unos pequeños ahorros para su jubilación.
Esta crisis ya no es tal, sino que se ha convertido en un cambio económico e industrial que tenemos que asumir y dejar de esperar que las cosas cambien, porque eso no va a ocurrir.
Ya no volveremos, por lo menos por el momento, a vivir como antaño; ya no volveremos a tener el poder adquisitivo que teníamos, o, por lo menos, la mayoría de los que hoy me estáis leyendo, no lo veréis, y una servidora tampoco.
Ha llegado el momento de dejar de llorar por creer que cualquier tiempo pasado fue mejor y asumir que, o nos unimos a las grandes empresas y creamos nuevos modelos de negocio, o poco podremos hacer para subsistir.
Solo desde la unión saldrá la fuerza, y debemos de adaptarnos de manera urgente, o la vida nos sacará y nos desplazará.
¡Vivamos conscientes de la nueva realidad y pongámonos manos a la obra para cambiar nuestra realidad! Solo de esta manera podremos subsistir a este cambio que ya no tiene marcha atrás.