El peligro de las motos acuáticas
jueves 06 de agosto de 2015, 17:16h
Tengo la inmensa fortuna de vivir frente al mar. Cada día me asomo al balcón y disfruto de unas inmejorables vistas al trocito de Mediterráneo que baña la mejor ciudad del mundo, ya saben, Palma de Mallorca. Disfruto viendo el azul de nuestras aguas litorales, casi siempre surcadas por embarcaciones que van y vienen. Soy muy de navegar a vela, ya se lo digo. Disfruto enormemente tanto del espectáculo que supone ver en la lejanía una competición de pequeños Optimist, como de la majestuosidad de los grandes veleros clásicos que surcan nuestra bahía. La Copa del Rey y las grandes regatas nos frecen un espectáculo único. Tampoco les hago ascos a nuestros muy autóctonos llaüt. Los prefiero con vela latina, pero igualmente disfruto de la estampa de una de estas pequeñas embarcaciones pescando a la fluxa por la costa. Los yates me gustan menos, pero entiendo que son una parte importante de nuestra economía y nuestro turismo, y si están bien patroneados y sus pasajeros son gente civilizada, cosa que ocurre casi siempre en Mallorca, estas embarcaciones de lujo se integran en la bahía sin perturbar la calma de nuestra isla. Otras embarcaciones que me gusta ver en nuestro mar son los kayaks y tablas de paddle surf, siempre silenciosas. Y es todo un espectáculo ver las evoluciones de los practicantes del surf y el kite surf en la playa de Can Pastilla los días de viento.
Sin embargo casi cada día veo desde mi privilegiado balcón al Mediterráneo otro tipo de embarcaciones que no me gustan nada: las motos acuáticas. Estos ruidosos cacharros surcan las aguas a toda velocidad haciendo un ruido atronador que acaba, mientras dura su presencia, con la tranquilidad de nuestras costas. Y no solo eso: son un peligro para bañistas, buceadores y navegantes. En demasiadas ocasiones he visto como los imprudentes patrones de estas potentes motos acuáticas han estado a punto de arrollar a algún bañista o a un buceador. Solo la huida de la víctima potencial, el avisar al imprudente agitando los brazos o la reacción en el último minuto del motorista ha evitado una tragedia.
Las motos acuáticas son un peligro para el resto de usuarios de nuestro mar. Y un atentado contra el medio ambiente por la contaminación acústica que generan. Por no hablar de las molestias que crean a nuestros turistas y residentes. Por ello su uso debería estar mas regulado. No hablo de prohibirlas, pero si de limitar su uso a una distancia de al menos una milla de la costa. No basta con que respeten la zona destinada a bañistas que ni siquiera esta señalizada en muchas ocasiones.
Otro día ya hablamos de los party boat, si el lector lo considera oportuno.