Es posible que en ningún momento de la historia nos hayamos encontrado ante un Papa tal emblemático, conciliador y reformista como el Papa Francisco.
Ayer, sin ir más lejos, leí un Tweet que decía lo siguiente: "Tenemos que regenerar la economía de forma que sea más justa, sostenible, solidaria y respetuosa con la Tierra, nuestra casa común. Con la mirada fija en Jesús, podemos caminar juntos hacia un futuro mejor".
Es cierto que, en los tiempos que corren, parece que no esté de moda ser católico, o incluso religioso, y que cuando alguien dice serlo se le mira con mala cara.
Pero, en estos momentos, más que nunca, deberíamos sentirnos con la necesidad de formar parte de un grupo que pueda consolarnos y ayudarnos a tener paz interior. Y para aquellas personas que no la tengan, tal vez, la doctrina de una religión, pueda ayudarles a encontrar un consuelo y un apoyo, sin lugar a dudas.
Nuestro Papa está intentando renovar una institución anquilosada en tiempos dorados que no volverán. Parece no estar de moda la religión, ni creer en un Dios, ni pensar que antes o después de nosotros hay y habrá algo más, o un ser superior que puede guiarnos hacia una vida mejor. Hoy solo están de moda la imagen personal, la superficialidad y el no creer en más de lo que nuestros ojos pueden ver.
Pero nuestro Santo Padre y su equipo están intentando transformar esta obsoleta iglesia con el fin de volver a ganar feligreses y así poder evolucionar dentro de la misma. Para ello utilizan los medios de comunicación que emplean los jóvenes y los no tanto, para transmitir sus opiniones y puntos de vista y así llegar a esa población perdida que tienen como intención recuperar.
Pero ante sus palabras hay personas que reaccionan realmente mal, insultándoles públicamente y haciéndoles ver que ellos están por encima de la ley y que sus palabras soeces pueden derrumbarles.
Pero, señoras y señores, desde mi punto de vista, honra enormemente al Santo Padre esta actitud reformista, que lógicamente no está exenta de limitaciones, porque jamás podrá dar luz verde a ciertos temas que van en contra de los valores de la propia institución.
Si somos tan modernos, ¿no deberíamos ver el esfuerzo que realiza con dicha transformación y dejar de criticar que siga siendo un "puritano" o un "retrógrado", como muchos le acusan ser?
Ampliemos nuestro campo de miras e intentemos ver más allá de lo que haría una persona corriente, dando a la iglesia un voto de confianza en dicha transformación y creyendo que una realidad distinta puede convertirse en una certeza con esta renovación de la Iglesia.