El pasado viernes día 28 de junio se celebró el Día del Orgullo LGTBI con diversos actos en muchos municipios, culminados por una manifestación en Palma, que congregó a unos 3.000 participantes.
Esta celebración ha puesto de manifiesto cierta tensión política, no tanto por los derechos de las personas LGTBI, algo que nadie se atreve ya a poner en cuestión o plantear retrocesos como sí sucedía años atrás, sino por la visibilidad de la bandera arcoíris, representativa del colectivo LGTBI, en los edificios públicos.
Esta cuestión, aparentemente menor, evidencia la distancia que en este asunto separa a los partidos políticos de derechas. El PP ha defendido su exhibición y se ha alineado claramente con las reivindicaciones LGTBI, mientras que Vox ha criticado duramente que se haya colgado la bandera LGTBI. La discrepancia ha llegado al punto de que Vox impugnó en el juzgado el acuerdo de la Mesa del Parlament para colgar la enseña arcoíris en su fachada.
El Consell de Mallorca, gobernado en coalición por el PP y Vox, colocó la bandera LGTBI en sus edificios. Pero Vox, que se ha opuesto firmemente a la exhibición de símbolos LGTBI en edificios públicos, consideró la acción del PP como un "desafío" y una violación de los acuerdos de coalición.
El PP ha defendido la exhibición de la bandera LGTBI y se ha alineado claramente con las reivindicaciones del colectivo, mientras que Vox lo ha criticado
Este conflicto no es aislado. En Calvià, Vox también criticó al PP por colgar la bandera LGTBI en el Ayuntamiento, argumentando que dicha acción vulneraba el acuerdo de gobierno entre ambos partidos.
A pesar de estas discrepancias, el Govern balear se mantuvo firme en su apoyo al Orgullo LGTBI.
La celebración del Orgullo LGTBI y las reacciones contrapuestas de PP y Vox reflejan un debate más amplio sobre la inclusión y la diversidad en la sociedad española. Mientras que algunos sectores continúan luchando por la visibilidad y los derechos del colectivo LGTBI, otros buscan limitar dicha visibilidad, con el pretexto de asegurar la neutralidad de las instituciones. Lo cierto es que la tensión política generada la pasada semana sobre esta cuestión, parece sobreactuada y de poco recorrido real.
Está claro que PP y Vox tienen posiciones distantes en esta y en otras cuestiones, como es lógico al tratarse de dos partidos distintos. Cada cual defiende lo que cree más procedente. Pero también está clara la soledad de Vox en materia LGTBI.