La vacunación para prevenir el coronavirus tuvo desde el principio un carácter voluntario en nuestro país. Así constaba en un documento específico publicado el 8 de diciembre de 2020 por el Ministerio de Sanidad, que en aquel momento dirigía Salvador Illa. "La vacunación frente al Covid-19 será voluntaria", decía el citado documento, que añadía que, aun así, se consideraba importante dejar constancia de los casos de rechazo a la vacunación en el denominado Registro de Vacunación, "con la finalidad de conocer las posibles razones de reticencia en diferentes grupos de población".
En Baleares, la estrategia de vacunación contra el Covid se iniciaría el mismo día que en el resto del Estado, el 27 de diciembre de 2020. Las primeras personas en ser vacunadas en las Islas fueron los internos y una parte de los trabajadores de la Residencia y Centro de Día Oms, ubicada en Palma. A esas personas se les administró entonces una primera dosis de la vacuna de Pfizer, a la que le seguiría una segunda dosis tres semanas después. La primera persona a la que se le puso la vacuna en el Archipiélago fue Avelina Serrano, de 94 años de edad y usuaria de la citada residencia, que la recibió en torno a las cinco de la tarde de aquella fecha inaugural.
El plan de vacunación contra el coronavirus ideado por el Gobierno central constaba de tres etapas, que se aplicaron en todas las autonomías. El desarrollo de cada una de estas etapas estuvo condicionado en mayor o menor medida por la disponibilidad de las preceptivas dosis, una disponibilidad que fue muy limitada en la primera etapa. Otros condicionantes fueron los efectos adversos iniciales detectados en algunas vacunas, la aparición de sucesivas mutaciones en el virus, como las variantes delta y ómicron, o la propia evolución de la situación epidemiológica en cada momento.
En la primera etapa del plan de vacunación llevado a cabo en el conjunto del Estado, los beneficiarios fueron los internos, los sanitarios y los sociosanitarios de las residencias de personas mayores o con discapacidad, así como también el personal sanitario y sociosanitario de primera línea, otro tipo de personal sanitario o sociosanitario, los trabajadores de las instituciones penitenciarias y los grandes dependientes. Esa primera etapa se desarrollaría entre enero y febrero de 2021 aproximadamente.
La segunda etapa del plan de vacunación estatal, que se iniciaría en marzo, se centró en nuevos grupos de población. El primero de esos grupos era el de las personas vulnerables a causa de su edad, que incluía a las personas mayores de 80 años, a las que tenían entre 70 y 79 años, y a las que tenían entre 66 y 69 años. Asimismo, se vacunaron también los colectivos con una función esencial para la sociedad —incluidos policías, militares y docentes—, las personas con condiciones de muy alto riesgo por padecer patologías previas, las personas de entre 60 y 65 años, y las personas de entre 50 y 59 años. En la tercera y última etapa, iniciada a principios del verano, se fueron vacunando de manera progresiva las personas cuya horquilla de edad se situaba entre los 49 años como máximo y los 5 años como mínimo.
Las vacunas que mayoritariamente se suministraron en España fueron las de Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen, que utilizaron también la mayor parte de países de la Unión Europea. Cada una de ellas tenía sus propias particularidades, si bien coincidían en lo esencial, que era generar anticuerpos capaces de neutralizar el Covid-19. Las nuevas vacunas hacían que nuestras defensas actuasen contra una proteína del coronavirus, la llamada proteína S, que era determinante para que el virus se uniera a las células hasta entonces sanas para luego infectarlas.
Otras naciones crearían sus propias vacunas, como la Sputnik V en el caso de Rusia o la Covaxin en la India. Por lo que respecta a China, fabricó esencialmente dos: CoronaVac y Sinopharm. También nuestro país crearía una vacuna propia, conocida con el nombre de Bimervax, si bien su comercialización no sería aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos hasta marzo de 2023.
Fue también en 2023, en concreto en septiembre, cuando la Comisión Europea reconoció que hasta aquel momento habían fallecido en el Viejo Continente 11.977 personas de manera espontánea tras haber recibido alguna vacuna contra el coronavirus, si bien la comisaria de Sanidad, Stella Kyriakides, matizó que "el hecho de que estos acontecimientos se hayan observado tras el uso del medicamento no significa que hayan sido causados por este", ya que podrían haber sido provocados "por condiciones médicas subyacentes del individuo, por otros medicamentos tomados en paralelo o debido a eventos completamente diferentes". En aquellas fechas, se habían administrado ya casi 768 millones de dosis de vacunas contra el Covid en los países de la Unión Europea.
TRAS UN AÑO DE PANDEMIA
La vacunación en la Unión Europea se inició justo un año después de la aparición de los primeros casos de coronavirus, que habían sido detectados en China. Cabe recordar que el 31 de diciembre de 2019, las autoridades sanitarias de la ciudad china de Wuhan habían informado a la comunidad internacional de que había 27 personas en esa urbe que estaban padeciendo desde hacía tres semanas una neumonía de origen desconocido hasta entonces. El virus causante de todos esos casos iniciales sería bautizado unos pocos días después con el nombre de SARS-CoV-2, luego denominado Covid-19.
A partir de febrero de 2020, los casos de coronavirus se irían sucediendo de manera paulatina y progresiva por todo el mundo. En este contexto, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció el 11 de marzo que la extensión del Covid-19 le daba ya un carácter de pandemia. Dos días después, el 13 de marzo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció que el Ejecutivo central había decidido declarar el estado de alarma en toda España por un periodo inicial de 15 días, ante el avance imparable del coronavirus en nuestro país.
El citado estado de alarma implicaba el confinamiento de prácticamente toda la población. En aquel momento, había 4.231 casos de coronavirus en el conjunto del Estado, una treintena de ellos en Baleares. Por lo que respecta al número de víctimas mortales, ascendía provisionalmente a 120 en total. Aquel primer estado de alarma se prolongaría hasta el 21 de junio de 2020. Con posterioridad, entre el 9 de noviembre de 2020 y el 9 de mayo de 2021, estaría vigente en España un segundo estado de alarma.
Por otra parte, en enero de 2021 Carolina Darias relevaría a Salvador Illa al frente del Ministerio de Sanidad, después de que el reconocido político catalán hubiera aceptado ser el candidato del PSC en las elecciones autonómicas que se celebrarían en Cataluña el 14 de febrero de 2021.
Illa vivió como ministro el periodo sin duda más duro del coronavirus en nuestro país. Cabe recordar que en 2020 fallecerían en España un total de 60.358 personas por Covid identificado y confirmado —557 de ellas en Baleares—, mientras que 14.481 más morirían en el conjunto del Estado con la sospecha de que fue también por el coronavirus —43 de ellas en Baleares—. Por tanto, en el primer año de la pandemia fallecieron en nuestro país un total de 74.839 personas directa o indirectamente por el Covid, 600 de ellas en Baleares.
La llegada de las vacunas contra el coronavirus supondría un giro copernicano en esa dramática situación. Tal como recordó entonces la Agencia Española de Medicamentos, "el desarrollo de vacunas es sumamente complejo y supone una media de entre cuatro y siete años", pero en este caso ese objetivo se logró en un plazo de menos de un año, gracias a "la comunidad científica con el apoyo de los estados de todo el mundo", sin comprometer "los estándares habituales de calidad, seguridad y eficacia". En 2020, España y el resto de países se encontraban "ante una situación sin precedentes", que aceleró de manera exponencial la fabricación de las citadas vacunas.
Es cierto que tanto en 2020 como en 2021 el Covid fue la tercera causa de muerte en España, por detrás de las enfermedades del sistema circulatorio y de los tumores, pero los efectos positivos de la vacunación masiva ya se empezaron a notar de manera clara a nivel estadístico en 2021, pues ese año las defunciones por coronavirus se redujeron casi a la mitad en el conjunto del Estado con respecto a 2020. Así, durante el segundo año de la pandemia fallecerían por Covid en España 40.039 personas, contabilizándose 580 de ellas en las Islas.
VACUNACIÓN EN BALEARES
En Baleares, el proceso de vacunación a lo largo de 2021 se llevó a cabo sobre todo en los centros de salud, si bien durante un tiempo se habilitaron además los denominados espacios de vacunación masiva —conocidos como 'vacunódromos'—, que en el caso de Mallorca se ubicaron en el antiguo Hospital de Son Dureta, el polideportivo Germans Escalas de Palma, el polideportivo Mateu Cañellas de Inca y el Hipódromo de Manacor.
Para intentar agilizar el citado proceso de vacunación, el Servei de Salut puso en marcha el 16 de abril de 2021 el Bitcita, que era un sistema para pedir cita para vacunarse a través de Internet. Para hacer esa solicitud sólo era necesario entrar en el enlace creado por el Govern y registrarse con el número del Documento Nacional de Identidad o con el Código de Identificación Personal autonómico.
En aquellas fechas, el Govern estaba presidido por la socialista Francina Armengol, que contaba en su Ejecutivo con integrantes de Unidas Podemos y de Més per Mallorca. La consellera de Salut era la socialista Patricia Gómez, quien contaba en su equipo con Juli Fuster como director del IB-Salut, con Maria Antònia Font como directora general de Salut Pública y con Javier Arranz como portavoz del Comité Autonómico de Gestión de Enfermedades Infecciosas de las Islas Baleares.
Una vez concluidas ya las tres etapas de la estrategia estatal de vacunación contra el coronavirus, el Gobierno central recomendó que las personas ya vacunadas recibieran una tercera dosis, que se denominaría dosis de refuerzo, para ayudar a potenciar la inmunidad contra el Covid. En Baleares, esa tercera dosis se empezó a suministrar a finales de septiembre de 2021, en concreto a los usuarios de las residencias de personas mayores, ampliándose luego poco a poco al resto de la población isleña.
Al inicio del proceso de vacunación, suscitó una cierta polémica el hecho de que determinadas personas con responsabilidades directivas en algunas instituciones habrían decidido vacunarse antes de lo que estaba estipulado para ellas. En el caso de Mallorca, el 27 de diciembre de 2020 se vacunaron dos altos cargos del Servei de Salut y uno del Consell, que alegaron en su defensa que ellos entraban en el protocolo de vacunación y que aquel primer día habían sobrado dosis en la Residencia y Centro de Día Oms. Unos días después, el 5 de enero de 2021, el obispo de Mallorca, monseñor Sebastià Taltavull, se vacunó en la Residència Sacerdotal Sant Pere i Sant Bernat. En su caso, el prelado explicó que estaba en el listado de vacunación junto a los residentes y el personal de dicha residencia.
Más allá de esas pocas controversias puntuales, la estrategia de vacunación contra el coronavirus se desarrolló con absoluta normalidad en las Islas y en el resto del Estado. De hecho, tal como había previsto en su momento el Gobierno central, en septiembre de 2021 se alcanzaría el objetivo prioritario de que el 70 por cien de la población española mayor de 12 años tuviera la pauta completa de vacunación, un objetivo que en Baleares se había logrado un poco antes, el 19 de agosto de aquel año.
Cabe recordar que inicialmente los principales investigadores y científicos creían que con el 70 por cien de la población vacunada contra el Covid se lograría la denominada inmunidad de grupo o de rebaño, lo que evitaría que continuase la transmisión comunitaria de esta enfermedad. Sin embargo, los citados expertos elevaron luego aquel porcentaje y lo situaron en torno al 90 por cien, tras constatarse la aparición de nuevas variantes del coronavirus y el hecho de que personas ya vacunadas se seguían contagiando. En el caso de España, se alcanzaría el deseado porcentaje del 90 por cien de la población inmunizada a finales de enero de 2022.
EL COLECTIVO NEGACIONISTA
Desde el inicio de la pandemia, hubo en todo el mundo personas, entidades, colectivos e incluso relevantes dirigentes políticos —como Donald Trump o Jail Bolsonaro— que pusieron en duda la veracidad de los datos que ofrecían científicos, médicos y medios sobre el Covid. Ese sería el caldo de cultivo para el nacimiento del movimiento negacionista, bastante heterogéneo en su conjunto. De hecho, los negacionistas no tenían una única posición sobre este tema, pues había quienes afirmaban que el coronavirus había sido creado en un laboratorio, mientras que otros cuestionaban la posible gravedad de la pandemia o incluso negaban su existencia real.
Hubo también algunos facultativos que se alinearon en mayor o menor medida con algún postulado negacionista. En el caso de Baleares, en junio de 2020 el IB-Salut decidió suspender de empleo y sueldo de manera cautelar a un médico de familia que trabajaba en el Hospital de Formentera, tras haberse difundido un vídeo en el que este profesional decía que en aquel momento ya no había pandemia. El citado doctor sería expedientado además por el Colegio de Médicos de Baleares, que presidía José Manuel Valverde. Este organismo suspendería también de colegiación a una médica que trabajaba en Menorca y a otra que lo hacía en Mallorca por ser igualmente negacionistas.
Por otro lado, una parte de la ciudadanía y determinados partidos políticos que sí reconocían la existencia del coronavirus, criticaban, no obstante, la adopción de determinadas medidas extremas, como los confinamientos obligatorios o los toques de queda, al entender que eran limitaciones mal aplicadas o que suponían restricciones no justificadas de las libertades establecidas desde hacía décadas en los países democráticos. En ese contexto, en España el Tribunal Constitucional consideró no ajustados a la ley los dos estados de alarma aprobados por el Gobierno, tras haber admitido previamente sendos recursos presentados por Vox.
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes, todo hacía prever que en 2021 acabaría surgiendo también un movimiento antivacunas a nivel mundial, como así sucedió realmente. Formaron parte de este nuevo movimiento tanto la práctica totalidad de los negacionistas como muchas personas que no lo eran en absoluto. Las personas no negacionistas que se oponían a las vacunas estaban preocupadas por los posibles efectos secundarios de las mismas y, al mismo tiempo, consideraban que no eran del todo efectivas, al haberse constatado que personas con la pauta completa se habían contagiado.
Estas objeciones no tenían en cuenta, sin embargo, varios datos objetivos alentadores, entre ellos que desde la aparición de las vacunas contra el Covid el número de infecciones por coronavirus fue descendiendo de manera paulatina en todo el mundo o que las personas vacunadas que se contagiaban sólo solían sufrir molestias leves, como algo de fiebre o de malestar, que desaparecían al cabo de unos pocos días. Otro dato significativo positivo desde el inicio de la vacunación masiva es que año tras año han ido disminuyendo las muertes por Covid gracias a ella. En España, por ejemplo, fallecieron en 2022 un total de 31.606 personas por coronavirus, lo que representó una disminución de casi el 20 por cien con respecto a 2021, mientras que en 2023 el descenso de óbitos fue del 75 por cien con respecto al año anterior.
Todas estas cifras no han hecho cambiar de opinión al negacionista y antivacunas seguramente más conocido de nuestro país, el cantante y actor Miguel Bosé, que desde la aparición de la pandemia ha realizado numerosas declaraciones públicas en ese sentido. Una de sus apariciones más recientes tuvo lugar, precisamente, en Mallorca, en donde el pasado 26 de julio participó en la jornada ‘Libertad de expresión y libertad terapéutica’, junto con el curandero Josep Pàmies. La entidad organizadora de dicho acto, Dolça Revolució, se enfrenta en la actualidad a una posible sanción de 300.000 euros por parte de la Conselleria de Salut, por "informar y promover el uso de medicamentos no autorizados".
Por ahora, personas como Bosé o como Pàmies no parecen estar demasiado dispuestas a aceptar que la llegada de las vacunas contra el Covid supuso un punto de inflexión importantísimo en la dura batalla contra el coronavirus, que hasta ese momento se estaba perdiendo. Bien podrían traerse aquí a colación las históricas palabras que pronunció el gran estadista Winston Churchill tras la victoria militar de Gran Bretaña en El Alamein en octubre de 1942 frente a la Alemania nazi. "Esto no es el final, ni siquiera el principio del final, sino, tal vez, el final del principio", diría Churchill entonces, para referirse a cómo sería muy probablemente el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial a partir de ese momento.
Del mismo modo, nosotros podríamos decir ahora que si bien las vacunas no supusieron el final del coronavirus ni seguramente tampoco el principio del final, sí supusieron, sin ninguna duda, el final del principio.
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