Los recortes sanitarios dejan a un bebé en el pasillo de Son Espases

La consellera de Salut, Carmen Castro, asegura que no entiende la “agresividad y ensañamiento contra algunos de sus altos cargos”, como tampoco parece entender que lo que mueve a profesionales y usuarios a levantar su voz contra los recortes va mucho más allá de la política y de las ideologías.

Los recortes, señora consellera, tienen nombres y apellidos y detrás de ellos se esconde un drama personal, una situación impensable y un dolor innecesario, el de los enfermos y familiares que se enfrentan a condiciones infrahumanas.

Hace unos días los padres de un bebé de pocos meses acudieron al Servicio de Urgencias de Son Espases, porque su hijo sufría una grave deshidratación como consecuencia, al parecer, de un virus gastrointestinal.

El bebé no toleraba alimento alguno por lo que hubo de ser ingresado y aquí llegó la primera de las sorpresas: Por falta de camas, fue colocado en una camilla, en medio del pasillo y con una silla para que uno de los dos progenitores pudiera sentarse, lugar en el que ha permanecido durante dos días.

Pero no acaba aquí la historia sino que va mucho más allá, ya que, dado que tenían que suministrarle un suero y la farmacia del hospital parece que funciona bajo mínimos en fin de semana, se sugirió al padre que fuera a su casa a buscar el fármaco, ya que en la ficha constaba que se lo habían recetado antes de que el bebé fuese ingresado, porque de no ser así, tal vez tardasen 24 o 48 horas en poder dárselo.

Y para redondear la situación, tampoco había pañales para su edad, por lo que también tuvo que traérselos de su domicilio.

Un ejemplo, sólo uno, de lo que la consellera denomina calidad asistencial, la misma que según repite una y otra vez, no ha disminuido, aunque la realidad la desmiente con la misma frecuencia. Tal vez si dejase su despacho y se diese una vuelta por los hospitales entendiese el porqué de lo que ella llama “agresividad y enseñamiento”.