Los avances que se han producido en la medicina en las últimas décadas, tanto en el conocimiento de los orígenes de las enfermedades, como de los mecanismos de su evolución, como en los métodos de diagnóstico, de tratamiento y de prevención, han sido espectaculares. Yo acabé la carrera de medicina hace 38 años con, permítaseme la inmodestia, calificaciones brillantes. Sin embargo, si en aquel momento me hubieran sometido a criogenización (mantenimiento en vida latente mediante congelación, lo que, de momento, no es posible y es algo que pertenece al ámbito de la ciencia-ficción), y me despertasen ahora, no podría ejercer mi profesión, ya que los cambios y avances acaecidos en estos años me obligarían a volver a estudiar la carrera prácticamente desde el principio. Y, con todo, estos avances, insisto, espectaculares, se van a quedar pequeños en los próximos años. En el futuro inmediato, a unos pocos años vista, vamos a asistir a un desarrollo acelerado de innovaciones médicas, como consecuencia de la profundización en los conocimientos de los mecanismos básicos de la biología, de la etiopatogenia de las enfermedades, del desarrollo de tecnologías diagnósticas y terapéuticas nuevas o mejoradas, del descubrimiento y desarrollo de nuevos medicamentos y nuevas formas de administración de los mismos y también del avance exponencial en nuestra capacidad de acumular, procesar, compartir y transmitir la información.
Es especialmente espectacular el avance de la biología molecular y la genética, con la secuenciación del genoma humano, lo que va a permitir, está permitiendo, ubicar el origen de multitud de enfermedades y el consiguiente desarrollo de técnicas diagnósticas y terapéuticas. La posibilidad de secuenciar el genoma de cada individuo permitirá, no solo el diagnóstico de los defectos genéticos de cada uno, sino también predecir los riesgos de llegar a padecer determinados tipos de patologías. El conocimiento exacto de la ubicación de los genes y de sus mecanismos de funcionamiento, propiciará el desarrollo de terapias específicas que permitan corregir errores en el ADN y, de este modo, prevenir o curar determinadas enfermedades genéticas, o evitar la aparición de algunos procesos que tienen su origen en defectos congénitos o adquiridos del ADN, como muchas formas de cáncer. La secuenciación del genoma humano también está conduciendo a la aparición de una nueva disciplina, la farmacogenómica, que implicará el diseño de terapias individualizadas, ya que se podrá predecir la respuesta de cada persona a los medicamentos y, en consecuencia, establecer regímenes de tratamiento exclusivos para cada quien.
También se están produciendo avances espectaculares en el desarrollo de las terapéuticas con células-madre, en el cultivo de tejidos y de órganos para su posterior implante en pacientes, en la producción de substitutos de la sangre e, incluso, de sangre, en la producción de bioprótesis, en el desarrollo de tecnologías robóticas para realizar operaciones quirúrgicas, de tecnologías de diagnóstico no invasivas que permitan detectar células individuales anormales dentro del cuerpo, o detectar el estado metabólico de células individuales, o detectar la localización exacta de infecciones o de tumores, pero no solo su localización, sino qué células concretas están infectadas o son cancerosas. También en las terapias quirúrgicas no invasivas con láseres de distinto tipo y, aún en fase muy primaria, técnicas diagnósticas y terapéuticas basadas en la nanotecnología, que permitirán transportar los elementos terapéuticos directamente a las células enfermas mediante nanomáquinas.
Todo ello, y mucho más, viene acompañado, y propiciado, por el avance de la informática y de la capacidad de procesado de la información, cuyo incremento exponencial ha sido y está siendo decisivo, no solo en el desarrollo de todos estos avances, sino también en la rapidez con la que se están produciendo.
Ahora bien, si todos, o muchos de estos avances nos hubieran parecido ciencia-ficción hace unas décadas, algunos aún nos lo parecen ahora, la medicina de la que disfrutamos en la actualidad en el primer mundo es pura ciencia-ficción, o entelequia, o anhelo inalcanzable en muchos países del tercer mundo y en muchos segmentos sociales de los países en vías de desarrollo e, incluso, de muchos países del primer mundo. Por tanto, nos hemos de preguntar si todos estos avances del futuro inmediato estarán a disposición de todos, o, por el contrario, solo serán accesibles para una minoría privilegiada. En un contexto de crisis económica generalizada como el que nos aflige ahora mismo, pero, sobre todo, en el contexto político asociado a la crisis, en el que se está aprovechando dicha crisis para socavar los cimientos del estado del bienestar y eliminar el concepto de acceso universal a la asistencia sanitaria, el peligro de que se instaure una asistencia sanitaria dual, tal y como ocurre en los Estados Unidos, es real y preocupante. El riesgo principal es que muchos de estos nuevos desarrollos simplemente no se incluyan en la cartera de servicios del sistema nacional de salud, con lo que solo estarán disponibles en la sanidad privada, al alcance unicamente de quienes puedan costearse un seguro sanitario privado.