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El Mediterráneo juega y pierde

Por Jaume Santacana
miércoles 04 de julio de 2018, 02:00h

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El título de este artículo, aunque parezca mentira, no se refiere a unas imaginarias competiciones deportivas entre las pateras que pueblan el mal denominado Mare Nostrum; barcas en muy mal estado repletas de cadáveres anticipados que, junto con el plástico, conviven entre las aguas saladas que bañan nuestras costas. No, no se trata de comentar la vergüenza internacional de este lamentable fenómeno que, por otra parte, tiene una complicada solución. La actualidad, de momento, no presenta síntomas de que sirva para gran cosa. El terror y las guerras tribales africanas sumadas a la acción de las mafias y a la política lenta, imprecisa y desconcertante de la Unión Europea (su ya clásico modus operandi) hacen que la realidad se convierta en un pozo gigantesco (nuestro mar) atiborrado de muertos indefensos y de esperanzas malogradas. ¡Obscenidad e indecencia!


El encabezamiento de este papel responde a la magna celebración, en la ciudad de Tarragona, de los XVIII Juegos Mediterráneos, una competición que, ya de saque, arranca con un año de retraso respecto a la fecha prevista; lo nunca visto.


La ceremonia de inauguración de dicho evento fue de lo más lamentable que la Tierra ha presenciado jamás. Si me permiten una expresión de modelo coloquial, les manifestaré que fue una auténtica mierda: el estadio vacío, el espectáculo mohíno y deprimente y un españolismo, de cuando Cuba, rondando el ambiente (con banderas españolas incluidas); el ridículo rozó el esperpento y la vergüenza ajena se convirtió en propia. Sobre el desierto de las gradas, el alcalde de Tarragona, el Excelentísimo Señor Ballesteros (del otrora progresista Partido Socialista de Catalunya) había informado a todas las entidades deportivas que habían solicitado entradas de que estaban agotadas. Fiasco, sin duda.

Algunos apuntes adicionales:


En la entrega de medallas de las finales de natación femenina de los 200 metros mariposa, no se personó ningún miembro de la Organización para hacer entrega de las mismas. Tras esperar un rato largo, Mireia Belmonte (medalla de plata) agarró las medallas y se las impuso a las ganadoras en el podio.


En la final de bádminton masculino -con los tres equipos ganadores en el podio y las banderas correspondientes izadas tras ellos- no se encontró el disco del himno francés y cinco galos que se hallaban en las gradas (los únicos espectadores) se metieron a cantar la Marsellesa con un resultado artístico mejorable.


Justo detrás, apenas a dos metros, del podio de los vencedores en balonmano, un magnífico cartel publicitario anunciaba una refinada casa de putas de la ciudad, el Club Privée; tal que fuera el sponsor de este deporte.


La pista de baloncesto se hundió -sí, se hundió, se desmoronó, se desplomó- minutos antes de empezar uno de los encuentros. Se suspendió el encuentro. Otra pista mostró la discontinuidad de las líneas pintadas en el suelo; no cuadraban.


Un atleta turco desaparece y lo encuentran en Montpellier, Francia, pidiendo asilo político. Y, esto no tiene ninguna gracia, al contrario, otro atleta es acusado de violación. Mientras tanto, un coche “logotipado” con los elementos de la competición arrolla a un chaval; el conductor dio positivo.


En todas las pruebas no se ve a nadie en las gradas: excelente visión conmovedora; imagen de éxito.


Será que todo el mundo está en Rusia.


¡¡¡Jodeeeeeer!!!

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