A estas alturas y vista la clasificación, un empate puede saber a poco, pero sumar siempre es positivo, y más si se suma tras jugar relativamente bien como hizo este domingo el Real Mallorca. Tras la clara victoria ante el Huesca, los hombres de Fernando Vázquez tenían la oportunidad de apuntalar una tímida reacción y sumar victorias consecutivas, pero no pudieron con el Mirandés por mucho que durante buena parte del partido jugaron mejor que los visitantes.
Además de jugar bien, en esta ocasión hubo finalización. Ortuño envió al fondo de la portería la pelota en el minuto 31 de partido, encarrilando una jornada que parecía propicia para los intereses mallorquinistas viendo el juego desarrollado en el terreno de juego. El delantero fue en esta ocasión una pesadilla para la defensa del Mirandés, y practicamente cada vez que recibía cerca de la portería rival era una ocasión de gol. pero solo supo enviar a gol una de ellas.
En cambio, fue el Mirandés a través de Sangalli, quien empató el partido cuando ya casi se iban los jugadores al tunel de vestuarios para el descanso del partido. Tras llevarse la pelota dentro del área, envió la pelota a gol tras ejecutar una perfecta vaselina ante la que nada pudo hacer Timon.
Un empate que se antojaba un poco injusto visto el juego desarrollado por ambos conjuntos a lo largo de los primeros 45 minutos.
El inicio de la segunda mitad siguió más o menos los mismos derroteros que la primera, pero con el paso de los minutos las piernas de los mallorquinistas pareció que se resintieran del partido jugado en Huesca y el Mirandés se hizo fuerte en el centro del campo y controló el esférico en la mayor parte del tiempo.
Vázquez apostó todo al ataque al introducir a Pereyra y a Brandon a falta de 20 minutos para el final del encuentro. Una entrada que por momentos dio un poco de empuje a los locales, pero que fue insuficiente. El partido fue muriendo poco a poco para terminar con el empate con el que acabó la primera mitad, que confirma al Mallorca fuera de los puestos de descenso, pero que no le aleja lo suficiente como para relajarse lo más mínimo.