Germán León

El irracionalismo de Podemos

Escribía Polibio que la historia es cíclica y se repite, idea que ya encontramos en Platón, Aristóteles y Lucrecio, e in?uiría en Ibn Jaldún y Maquiavelo. Después de un gobierno oligárquico (como ha sido el del PP, en el que los los dirigentes han antepuesto sus intereses particulares al bien común y se han entregado a aumentar su riqueza y poder), viene un gobierno demagógico, liderado por unos cuantos seductores de masas cuyo apoyo se basa en la persuasión, que incitan al vulgo y convierten la libertad en libertinaje.

Cuando la masa incivilizada ocupa el poder político, acaba surgiendo un tirano reclamado por los amantes del orden para acabar con la situación de caos, terminar con las libertades e imponer una dictadura, siendo la tiranía la peor de las formas de gobierno. Y es que la corrupción del PP, y también hay que decir del PSOE, ha originado una reacción en la calle que se ha traducido en un partido político apoyado por las clases más humildes e indignados y encabezado por auténticos demagogos.

Lo estamos viendo. La alcaldesa de Madrid hasta hace poco apoyaba a las “víctimas etarras del Estado español”, o la de Barcelona vestida de payaso interrumpía la acción de la justicia, y para colmo la banda de la que se han rodeado. Que Iglesias y Carmena cali?quen de una acción pací?ca por la libertad de expresión y el laicismo, el que la nueva portavoz del ayuntamiento de Madrid entre en una capilla pro?riendo gritos e insultos y con los pechos descubiertos, es bochornoso.  Si entra en una mezquita la lapidan, pero claro, los católicos estamos acostumbrados a poner la otra mejilla.

Al menos Rita Maestre salva la “estética”, pero ver a un regidor del consistorio zaragozano atarse el fajín de concejal en la cabeza como si fuera “Chato el apache”, o contemplar los dedos tatuados del skin de Barcelona con la palabra “odio”, me genera a la vez que hilaridad mucha inquietud. Y a todo esto, Pedro Sánchez jugando a ser presidente del Gobierno y pactando con los radicales. Flaco favor hace a su partido y a los españoles. Aún hará bueno al ingenuo de Zapatero. Pero lo más dramático está por producirse.

El programa de Podemos es una utopía. Las utopías no son malas, lo peligroso, como nos advertían Tomás Moro y Kant, es intentar imponer la utopía a toda costa sobre la realidad. Y esto pretenden los podemistas, imponernos su cultura y acabar con lo que llaman los ideales burgueses, que serán mejores o peores, pero que desde la Revolución norteamericana de 1775 y francesa de 1789, son los predominantes en la sociedad occidental y sobre los mismos descansan las declaraciones de derechos fundamentales.

También quieren terminar con la tradición católica, sus ?estas, el culto público, las manifestaciones populares de piedad. El sustitutivo es celebrar por todo lo alto el día del “orgullo gay”. Veo bien que los colectivos de gays, lesbianas y transexuales celebren sus conquistas sociales pero no existe ninguna incompatibilidad con el respeto a las costumbres heredadas de la religión mayoritaria en España, que es el catolicismo. ¿Está reñido poner una corona de ?ores a la Virgen de los desamparados con lanzar margaritas desde una ornamentada carroza en una marcha rosa? No. Luego le tocará a la tauromaquia, la legión, el deporte, y sobre todo, y ahí está lo mas grave, a la educación, que será uno de los dos caballos del carro alado del “Fedro”. El otro, la propiedad privada, que esta gente no concibe como un derecho sino un privilegio de clase, como el germen del con?icto y del antagonismo social (me remito a Marx, Engels o Gramsci), de ahí su apoyo a okupas y oposición a los deshaucios, muchos de ellos injustos, pero ¿qué hago yo como parte arrendadora, si el arrendatario no me paga y encima estoy costeando la luz y el agua?

No quiero pensar lo que puede suceder en este país, cuando semejante populismo irracional acceda al Parlamento, y ya sería el acabose si entra a formar parte del futurible gobierno de un ambicioso e imprudente Pedro Sanchez. La violencia genera más violencia, y la radicalidad podémica llevará a una reacción exógena de la extrema derecha española, que ponga en peligro la democracia y el Estado de Derecho, y amenace con la tiranía. Es el triunfo del irracionalismo, el declive de la razón.

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