El hombre que derrotó a ETA
viernes 17 de enero de 2014, 09:42h
Nunca le he dedicado un artículo a nadie en particular y mucho menos a alguien a quien no conozco personalmente. No obstante, existe una persona que a mi juicio llevó a cabo uno de los actos más generosos y valientes que se hayan visto nunca en España: el periodista Cake Minuesa.
Como muchos recordaréis, hace algunas semanas un grupo de ex presos de la banda terrorista ETA excarcelados por la Doctrina Parot se concentró en Durango ante numerosas cámaras y medios de comunicación. 63 etarras con 309 víctimas a sus espaldas.
En ese acto, los antiguos (o actuales, lo desconozco) etarras leyeron un comunicado tratando distintos temas pero olvidando lo más importante: pedir perdón a las víctimas. Pedir perdón agachando la cabeza a todas aquellas mujeres, hijos, amigos, madres, padres que vieron cómo sus seres queridos morían porque una determinada región deseaba ser independiente. Víctimas anónimas y silentes de un conflicto que no provocaron.
Poniéndome en la piel de las víctimas, solo puedo tratar imaginar el profundo dolor, rabia y vergüenza que debe sentirse cuando el asesino de un ser querido mira fijamente a una cámara y, con total impunidad y sin el menor signo de arrepentimiento, habla de política o de historia para enmascarar sus acciones; un tiro en la nuca o una bomba en un coche. Muertos y más muertos que pretenden justificar con estadísticas, clases de historia o con una lengua distinta; pretenden hacerlo, pero no pueden, porque ninguna idea legitima la pérdida de una sola vida.
Pues bien, frente a todos aquellos sujetos estaban numerosos periodistas cubriendo el acto sin decir nada, pues no se admitían preguntas. No estaba –o al menos no se le ha escuchado- tampoco un famoso periodista que suele interrumpir las ruedas de prensa con ingeniosas preguntas trampas. De todos ellos, muchos de los cuales imagino que se sentirían incómodos frente a ese grupo, solamente uno de ellos tuvo la valentía para dejar de lado su anonimato y, en nombre de esos cientos de muertos, ponerse frente a todos ellos y, lejos de insultarles, hablarles de paz, de perdón, de arrepentimiento.
Cake Minuesa dejó en evidencia la sinrazón Etarra, pero el silencio de todos los restantes periodistas puso de manifiesto su enorme cobardía. Le dejaron solo, como prácticamente hicieron las televisiones que, lejos de hacerse eco de su desinteresado gesto, no abrieron los telediarios con su discurso.
Ese gesto, ese acto de valentía le ha costado amenazas frente a él e, incluso, frente a su hija pequeña.
Y, ante estas amenazas, ¿es justo que los demás permanezcamos callados? ¿Vamos a dejar solo a Cake Minuesa? ¿De verdad que el fin de ETA justifica cualquier medio, aunque implique agachar la cabeza y callar ante una banda terrorista? Muchas veces los silencios y las miradas hacia otro lado son mucho peor que las palabras.
Yo, desde luego, no pienso hacerlo. No voy a dejar solo a Cake y no pienso quedarme callado. Aquí va mi modesto y pequeño homenaje para Cake, el hombre que se enfrentó y derrotó a ETA, con palabras, con ideas y con valor.
A las personas nos definen los gestos. A Cake le define el suyo. Un ejemplo para todos.
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Últimos comentarios de los lectores (3)
18395 | enmascarado - 17/01/2014 @ 22:07:28 (GMT+1)
Muy buen articulo, ojalá muchos colegas siguieran tu linea, gracias
18337 | Juan Pérez - 17/01/2014 @ 10:00:37 (GMT+1)
Ha calado tanto la famosa equidistancia entre un "bando y otro" que ya casi nadie se atreve a decir las cosas tal como son... buen artículo.
18333 | Luis - 17/01/2014 @ 08:38:36 (GMT+1)
Merecido homenaje