A las puertas de verano, residentes y turistas ya miran a las playas y piscinas como tablas de salvación ante las altas temperaturas que se avecinan. Responsables de piscinas municipales y privadas y municipios costeros están a la espera de que se les comuniquen los nuevos protocolos de actuación en estas zonas ante la avalancha de personas que desean darse un chapuzón.
El Gobierno todavía no ha dado luz verde a ninguna propuesta definitiva, aunque sí ha avanzado un borrador que puede servir de modelo ante el estudio que está elaborando el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Lo que sí que está absolutamente definido es que, al menos este año, no se van a permitir las habituales aglomeraciones que se suelen producir cada año en playas y piscinas. Las distancias entre personas serán obligatorias, como mínimo de dos metros, así como las concentraciones de ciudadanos que, según las primeras estimaciones, se prevé que no superen las 10 personas, ta y como así se establece la Fase 1 de la desescalada. Así que se pueden ir olvidando de organizar las tradicionales fiestas de cumpleaños y comidas en las playas.
El CSIC, en un informe preliminar, ya ha adelantado que tanto las aguas marinas como las de las piscinas no son trasmisores del coronavirus, aunque advierte que ello no implica controlar al máximo su propagación por lo que, y siempre a la espera del informe definitivo, también se ha puesto sobre la mesa limitar los paseos por la orilla del mar y se está a la espera de que finalmente se pueda o no permitir que los ciudadanos realicen actividades deportivas en la playa como el voley playa que requiere contacto entre humanos.
Los empresarios de los chiringuitos de playa también están a la espera de órdenes definitivas antes de abrir sus locales y en qué condiciones podrán hacerlo.
Por último, podría darse el caso de que algunos municipios optasen por abrir las playas por fases, posibilidad que también se han planteado para evitar aglomeraciones masivas, aunque es una opción más. Baste como ejemplo que en la localidad catalana de Lloret de Mar, el ayuntamiento está planteado abrir playas diferenciándolas entre ancianos, adultos y familias con niños. Posibilidades hay miles.