El Girona no deja de sorprender. Después de dos temporadas luchando por el ascenso, aparece de repente con los mismos puntos que el Mallorca y coqueteando con el descenso debido a su nefasta campaña en Montilivi, que contrasta con su espectacular rendimiento fuera. Algo que ya le ocurrió hace en la temporada 2012-13, en la que quedó cuarto, en contraposición a la 2013-14 que salvó la categoría por un punto. Es el segundo equipo menos goleado en sus desplazamientos, en los que ha sumado en cinco de sus ocho lances, con tres victorias y dos empates. Prácticamente con el mismo bloque e idéntico entrenador, solamente con las bajas de sus dos laterales, Cifu y Juncá, y la salida de Sandaza, no logra reeditar sus anteriores éxitos sin haber cambiado de sistema.
Machín hace jugar a su equipo con tres centrales, dos laterales de largo recorrido que se incorporan a los tres hombres del centro del campo en trance de despliegue. Un 5-4-1 en defensa que se transforma en 3-5-2 en ataque. Un dibujo que le proporcionó una gran solidez y firmeza, con el que rentabilizó cada gol y que le llevó a disputar el play off e incluso ostentó el liderato durante bastantes jornadas. Un visitante que no es de fiar.
Pepe Gálvez ha recuperado a sus talismanes, Pereira y, sobre todo, Brandon. Ambos figuran en la convocatoria decidida ayer después del último entrenamiento, pero no está muy claro que ambos estén en condiciones de disputar los noventa minutos. Quizás forzarán un poco a la espera de que el paréntesis navideño baste para una curación más segura. Poco que añadir ya que, como hemos resaltado hasta la saciedad, no hay más cera que la que arde y con ella hay que mantener el cirio encendido al menos hasta la apertura del mercado invernal, en el que puede haber tanto entradas como despegues.