El final de Rajoy

Sea cual sea la decisión que adopte el presidente de Gobierno, antes de que se escenifique el rechazo del Congreso a su gestión, la coincidencia de una mayoría parlamentaria convertirá a Mariano Rajoy Brey en el Presidente con los dos ejecutivos más cortos de la democracia, junto al bienio que presidió Leopoldo Calvo Sotelo desde 1981. También será histórico este final de mayo porque, si no dimitiera antes el actual inquilino de La Moncloa, será la primera vez que triunfa una moción de censura en el actual régimen democrático y con la investidura de un candidato que no tiene escaño en ninguna de ambas Cámaras.

No es tiempo de elegías, aunque el que fuera ministro y secretario general socialista -Alfredo Pérez Rubalcaba- asegurara que “los españoles somos gente que enterramos muy bien”, pero sería injusto no reconocer grandes aciertos en la política desarrollada durante los últimos años. Este es el riesgo nuclear de la moción de censura, que no solo acabemos con un gobierno apoyado por las urnas y avalado por un programa respaldado por la mayoría parlamentaria, sino que una sentencia y su correspondiente estado de opinión pongan en peligro la recuperación económica y la confianza en nuestro país que tanto ha costado obtener. Porque el Partido Popular está mermado por la sombra de la corrupción, pero no es el partido con más investigados y mayor cuantía presuntamente defraudada, que lo es el que se encumbra al poder tras el éxito de la estrategia de Pedro Sánchez Castejón.

Como rezaba el grafiti que proliferó en la transición: “Contra Franco vivíamos mejor”. Su muerte nos obligó a construir un Estado sin victimismos y con los recursos a nuestro alcance. No podíamos mirar atrás permanentemente y esa decisión social fue la que abortó los movimientos involutivos de quienes tenían nostalgia del pasado. Pero entonces, todos sabíamos cuáles eran nuestros objetivos y prioridades. Ahora la incertidumbre, la confrontación y el partidismo harán más difícil la tarea de conducir España sin concesiones que pongan en peligro su futuro. Es más, a la dificultad de conciliar los intereses de partidos que divergen en lo esencial, las leyes apenas tendrán tiempo a ser aprobadas en la XII legislatura porque las que llegue a tramitar el futuro Consejo de Ministros, no solo tendrán ardua negociación en el Congreso, sino el veto asegurado de la mayoría Popular en el Senado.

Todo son incógnitas para España, pero también para nuestra Comunidad Autónoma, que no podrá seguir excusando sus inoperancias y debilidades por la falta de una financiación justa, pues seguro que la nueva LOFCA y el combinado multipartito que la promoverá será más sensible con Baleares, logrando que las “kellys” solo limpien una habitación al día, los okupas tengan vivienda propia y nos paguen por viajar a la península. Ironías al margen, si es el modelo insular el que debe servir de ejemplo para el conjunto del Estado, la inestabilidad está garantizada.

Me resisto a elucubrar con el partido que mejor rédito electoral obtendrá tras la jugada política que este viernes cambiará la historia de España, pero me cuesta interpretar que es una decisión beneficiosa para el interés general escuchando a Campuzano, Beitialarrangoitia o Tardà en la tribuna de oradores del Parlamento, que son y serán imprescindibles para que esta moción de censura no se repita en solo unos meses.

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