¿El fin del mundo?

Esta semana recibí un whatsapp, que me hizo esbozar una sonrisa en mi rostro, sobre unos extraterrestres que venían a anunciar el fin del mundo.

La verdad es que, cuando recibo algo así, siempre pienso que hay gente que tiene mucho tiempo libre y muchísima creatividad, características de las que yo carezco totalmente.

Mi tiempo siempre va contra reloj y, a estas alturas del partido, sé que es por esa costumbre que tengo de hacer varias cosas a la vez y estar en todos los saraos. Siempre me puedes encontrar, con libros, videoconferencias, reuniones o sesiones de cábala y coaching, sin parar, o gestionando un proceso de selección, o ayudando a alguna empresa a gestionar a su personal.

En cuanto a la creatividad, Dios me dotó de muchos dones, pero, posiblemente, si de crear situaciones divertidas se trata, he de reconocer que no es mi punto fuerte. Poseo otros muchos, pero el humor no es uno de ellos, aunque con los años he desarrollado una gran virtud, que es aprender a reírme de mi misma. No obstante, jamás me he considerado una mujer especialmente divertida, y por ello admiro a esas personas que poseen ese don especial para el humor.

Es por ello que, cuando recibo estos mensajes divertidos, llenos de inteligencia satírica, me trasporto por un instante a los momentos de mi vida placenteros, llenos de equilibrio y paz.

En este whatsapp, unos extraterrestres recordaban los dos años que llevamos de pandemias, volcanes, guerras, muertes y desolaciones, y recordaban incluso el fin del mundo tras un meteorito que, posiblemente, caerá en la tierra, no sin antes haber invadido los marcianos nuestro planeta.

Y, en serio, que, cuando leemos la prensa, o vemos las noticias, pareciera que vivimos en un mundo de ficción. Tengo días que me veo a mi misma como en una película, repitiéndome que algo mejor pasará y que todo lo que veo es mentira.

Cuando me cuentan una desgracia, otra muerte inesperada, de las que no me libro de tres o cuatro por semana, me da la sensación de estar en una mátrix y estar viviendo la vida desde fuera de ella.

Hoy ha sido uno de esos días en los que, si pones un circo, te crecen los enanos, y piensas que, en lugar de 24 horas, debería de tener cinco horas el día. Pero cuando tengo uno de estos días, en lo que todo lo que me cuentan son desgracias, pienso que esto también pasará y que, cuando menos me lo espere, el sol volverá a salir y otro día nuevo, cargado de energía positiva, llegará.

Muchos días entiendo cuando mis clientes dicen no encontrar fuerza para poder seguir hacia delante y que sus días se les hacen pesados y difíciles de superar. En ocasiones, solo veo muerte, pobreza y enfermedad, pero, en ese momento, siempre Dios me envía a un ángel para recordarme que los míos, los más cercanos a mí, y yo misma, tenemos salud, dos duros en la cartera para llegar a fin de mes, y amor.

Siempre aparece un rayo de luz al acabar el día, una historia que me hace ver lo afortunada que soy y que ese mal presagio de agoreros, solo será eso, un mal presagio, pero que Dios volverá a hacer que, para la gran mayoría que hoy leéis estas líneas, mañana salga el sol.