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El fenómeno Will Rogers

sábado 30 de abril de 2016, 09:01h

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Estamos ante una nueva cita electoral. Ha pasado, lo que parecía que iba a pasar. Pero en política, como en el fútbol, hasta que el árbitro no pita el final del partido, cualquier desenlace es posible.
La nueva consulta se comporta como una verdadera segunda vuelta. En este sentido, la realidad enmienda la plana a una legislación que no la contempla. Los ciudadanos tendrán ocasión de ratificar su opción o de rectificarla. Las estimaciones sobre la participación se inclinan hacia el aumento de la abstención por la vía del desencanto; aunque, ni en esto, los analistas parecen ponerse de acuerdo. Sin embardo, coinciden en que el escenario está más abierto que nunca y que el desplazamiento de unos pocos votos puede derivar en una u otra posible mayoría.


Han bastado unos pocos meses para que los partidos viejos no parezcan tan viejos, ni los nuevos tan nuevos. Unas pocas semanas para que los líderes de la nueva política perdieran su virginidad y tuvieran que desdecirse de muchos de los planteamientos preelectorales. Poco más de 100 días para que los líderes de la vieja política quedaran emboscados irreversiblemente en un sudoku irresoluble. De hecho, se lo juegan al todo o nada. Han gestionado la fase de tregua con desiguales posicionamientos pero con resultados parecidos. A ambos les ha costado volver al punto inicial. Podrían no haber llegado. Pero lo que es seguro es que uno de los dos, por lo menos uno, tendrá que hacer definitivamente las maletas. Rehacer el equipaje sin billete de vuelta. El mismo equipaje que ya han rehecho significadas figuras de ambos bandos. La legislatura ha durado más bien poco y algunos parlamentarios electos no tendrán una segunda oportunidad.


Los ciudadanos aspiran a que sus representantes políticos dejen de representar la paradoja de Will Rogers. El fenómeno que muestra que al mover un elemento de un conjunto a otro, puede crecer la media, el nivel de ambos. La renovación de las listas electorales puede mejora nivel de estas, a la vez que el nivel medio de los que se han quedado fuera.


El fenómeno responde a una cita jocosa del comediógrafo Will Rogers al afirmar que cuando un poblador de Oklahoma se desplaza a California, la inteligencia media de ambos estados crece. Se comprueba, según asevera, cuando el más tonto de Oklahoma se desplaza a California, será el más listo. Con ello, la media de ambas poblaciones crece.


Paradojas aparte, la verdad es que el ejercicio de la política se ha convertido en una práctica de alto riesgo. Por la temporalidad, por los ajustes de cuentas intrapartido, por el cambio de ciclo socio-político y por las numerosas incertidumbres derivadas de los resultados.


A todos nos interesa que la política concite el interés de los más válidos. La política orienta los esfuerzos de los pueblos. Y ha quedado bien claro que no todos las opciones son iguales, ni a todos les interesa España de la misma manera. Ha quedado patente como los objetivos económicos, políticos, sociales y culturales se alinean de forma bien distinta. En la variedad está el gusto, como recoge el refranero. El contraste y la diversidad, aumentan las verdaderas posibilidades de elección. Y esto siempre es bueno.

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