A Vicenç Vidal eso de la Conselleria de Medi Ambient, Agricultura i Pesca del Govern del Pacte le acarrea tan poco trabajo que le queda tiempo para dedicar esfuerzos a cargar sobre sus anchas espaldas los problemas medioambientales del Sahara Occidental. Qué tío. Ya quisiera yo tener semejante capacidad de trabajo y, en cambio, tanto en casa como en el despacho siempre hay quien me va detrás recordándome lo que me queda por hacer. A mi no me cunde como a Vidal, ni mucho menos, por eso no soy conseller de nada (Dios me confunda).
El esporlerí se desayuna arreglando las praderas de Posidonia; luego, en un pispás, es capaz de limpiar y dejar como los chorros del oro todos los torrentes de Mallorca e islas adyacentes, y de arbitrar una solución definitiva a la plaga de Xylella Fastidiosa; a la hora del Angelus ya tiene controladas -de forma incruenta y sin provocarles estrés- las 30.000 cabras que asolan los ecosistemas de la Serra de Tramuntana; y antes de comer ha derribado chiringuitos del Trenc y ha repartido copiosas subvenciones a todos los payeses, que loan alborozados el cambio de su situación económica, antaño penosa. ¡Hasta las frisonas de Campos dan ahora mucha más leche! Los agricultores estaban al borde del abismo y con Vidal han dado un gran paso al frente.
Por no hablar de los pescadores, a quienes el conseller mima especialmente, aunque pase de reunirse con ellos.
En su oficina, descuelga el aparato y no se le cae anillo alguno cuando advierte a sus familiares que, como continúen invadiendo zonas protegidas, va a caer sobre ellos todo el peso de la ley. Hay que ser coherente, y los pesemeros lo son, no como otros politicuchos.
Y, por si fuera poco, todavía le sobra tiempo, antes de la siesta, para preparar un negociado sin publicidad y adjudicárselo a Jaume Garau, toma ya.
¿Se dan cuenta? Pues eso no es nada. Vidal exprime tan eficientemente su agenda que de vez en cuando recibe una llamada desde Tinduf (Argelia) en la que la máxima autoridad de la República Árabe Saharaui Democrática le encarga -habida cuenta de la fama que le precede como excelso gestor del medio ambiente- que por favor cuide de su desierto.
—¿Sí, dígame?
—¿Vicente?
— Vicenç, si no le importa, presidente, es que aquí hablamos... bueno da igual. Dígame, excelencia.
— 'Vicens', nos estáis robando el desierto (266.000 km2). Ayer zarpó un carguero de El Aaiún hacia Palma hasta arriba de arena. ¿Tus paisanos son gilipollas, 'Vicens'? ¿Para qué narices necesitan arena del desierto? ¿Por qué no se la llevaron cuando nos dejaron tirados en 1975?
— No se preocupe, presidente, yo lo averiguo y le juro por la memoria de Fidel que, mientras sea conseller, ni un grano de arena de la RASD se esparcirá en Mallorca.
Vidal habla entonces con su colega de pancartas en el Ajuntament, el inefable bolivariano Aligi Molina, y entonces deciden que se trata de un claro caso de expolio imperialista y que hay que mover a la parroquia a los muelles para hacerse una foto y enviarla por whatsapp a todo correr, dando la culpa de todo al PP, no sea cosa que en Tinduf piensen que ellos están de acuerdo con este intolerable atentado capitalista y no puedan volver a pasar unas vacaciones en el desierto a cuenta de alguna ONG progre.
Con lo bonito que luce el firmamento en las noches saharianas.