El comercio está en juego
viernes 10 de enero de 2014, 08:43h
Esta semana han comenzado formalmente las rebajas de invierno, pero las prisas y la tensión de otros tiempos no se han vivido en este año nuevo. El escalonamiento de la oferta y las acciones promocionales recurrentes han hecho decaer la algarabía con la que se acogían los mejores precios que, como regalo tardío, nos dejaban los Reyes.
Aunque las cifras de negocio en el pequeño y mediano comercio fueron bastante satisfactorias en el último tramo del ejercicio pasado, los bajos de innumerables inmuebles siguen poblados de carteles donde siquiera se aspira al traspaso, a cambio de no afrontar el arrendamiento comprometido. La proliferación de franquicias, el auge del e-commerce y la eclosión de nuevas superficies comerciales van menguando paulatinamente la red de establecimientos de proximidad y desvertebrando las ciudades. Ya resulta casi imposible encontrar una ferretería o una tienda de electrodomésticos en nuestros barrios, ya que las grandes multinacionales han desbordado la oferta, incluso repartiéndose un mercado que no parece capaz de respaldar tanto volumen. Los que resultan inmunes a esta pandemia son los comercios regentados por orientales, que siguen expandiéndose en otras disciplinas, más allá de los bazares. Peluquerías, autoservicios, carnicerías, bares, tiendas de moda o de telefonía son atendidos por extranjeros, aunque se entiende con dificultad cómo ellos sí que rentabilizan sus establecimientos, no sólo por las muchas horas que permanecen abiertos.
No cabe duda de que la falta de ayudas institucionales, el desmedido protagonismo de alguno de los dirigentes sindicales y patronales, la presión fiscal o normativa, así como el escepticismo devenido por la crisis económica y de valores están acabando de estrangular al sector, que se defiende como gato panza arriba y con pocas alternativas a las socorridas y estériles restricciones. Siquiera el impulso del emprendimiento fomenta la generación de comercios con apellidos y nombre, ya que son escasos los ejemplos de autoempleo que se gestan, salvo algunos locales de consumo perecedero, auspiciados por los propios mayoristas. La ampliación de horarios y la apertura en domingo en las zonas turísticas no ha hecho más que ahondar las desigualdades, trazando un camino sin retorno para los pequeños comerciantes que no supieron especializarse o desistieron de aportar valor añadido en servicio, con el que diferenciarse.
El inexorable paso del tiempo hace mella en las costumbres y la evolución comercial será imparable si el consumidor sale beneficiado con los actuales sistemas de distribución, aunque como ciudadano pueda verse afectado negativamente por una paulatina desertización de su centro urbano, si el nuevo Casino de Mallorca no lo impide.