Cada día se suman más personas a la legión de ciudadanos hartos de esta legislatura. La transversalidad del hartazgo alcanza incluso a las propias filas del PP. Un número creciente de cargos político del partido de Bauzá manifiestan, en privado ya que no debemos poner en riesgo el sueldo, el desencanto con la forma y modos en que se ha gestionado esta legislatura. Se han creado problemas en todos y cada uno de los asuntos en los que el President y su séquito han metido mano. Demuestran una absoluta incapacidad de afrontar ninguna gestión sin parecer un elefante en una cristalería.
No ha sido, hay que reconocerlo, una legislatura para lucierse. La situación económica no ha permito los pomposos mandatos anteriores en que la ineptitud podía taparse con proyectos tan majestuosos como inútiles, sin importar los millones de euros enterrados en cualquier capricho faraónico. Eran tiempos de pan y circo. No faltaba, en general, el pan y el Govern se encargaba del circo. Hoy el pan escasea y el circo renquea.
Los bufones no pueden tirar de un ingenio del que carecen y, a falta de otra virtud, parecen cómodamente instalados en el cinismo más insultante hacia la población.
Esta semana, la Consellera Camps se congratulaba de no haber empeorado las cifras de fracaso escolar. Si absurdo es que un supuesto responsable político se alegre de no retroceder, más llama la atención el hecho de, además, ser mendaz el motivo de satisfacción.
Pero la máxima expresión de cinismo, incluso por encima de la defensa de la farmacia como actividad no mercantil, ha sido el asunto de los sondeos petrolíferos. Mientras alentaban la plataforma "Balears diu no", en el Govern se sabía, desde junio de 2013, que los cañonazos acústicos habían empezado sin las preceptivas autorizaciones. Ello no impidió que destacados miembros del peor Govern de la historia de las Illes Balears dieran su cínico apoyo formal a 15.000 manifestantes que, de buena be, llegaron a pensar que Bauzá era sensible a sus quejas.