Tras mucho tiempo esperando la sentencia final del famoso caso Noos esta semana han salido a la luz las resoluciones y finalmente, hemos visto que, la ley también es para todos.
Me sigue impactando pensar que la justicia en este país pueda estar falta de argumentos a favor de todos los ciudadanos por igual y saber que, de alguna manera, esta semana se ha hecho justicia, me tranquiliza.
Es cierto que las sentencias pueden ser más leves de lo que a muchos les hubiera gustado, pero que Urdangarín vaya a ir a la cárcel, como cualquier otra persona que haya cometido un delito, me parece cuando menos justo.
Por otro lado sigo pensando que es una pena que la Monarquía de nuestro país siga pasando por estos problemas, que no hacen más que manchar la reputación de la Corona, no obstante también es verdad que en esta ocasión pareciera que los que decían que no existía la igualdad para todos los ciudadanos, se han equivocado.
Y todo esto me lleva a pensar en uno de los pecados capitales, la avaricia, porque estoy convencida que éste es uno de los pecados que mueve el mundo.
Deseamos lo que tienen los demás y en ocasiones, nos pareciera que nada es suficiente en comparación a lo que tiene nuestro vecino.
Una mujer o marido mejor, un trabajo mejor, más dinero, un mejor coche…, en conclusiones una vida mejor.
Y yo que me dedico a ayudar a los demás y que cada día veo en mi despacho de coaching, muchos casos distintos, les puedo asegurar que el dinero no lo es todo, que siempre encontraremos alguien que sea mejor que nosotros y que la avaricia está instaurada en todos nosotros desde que el mundo es mundo.
Y diría aún más, con el populismo de las redes sociales, donde la gente cuenta sus vidas de mentira y muestra una cara que no es cierta, entre dejando ver que somos súper felices y que todo nos va bien, todavía se ha complicado más la cosa.
Avariciamos y deseamos lo de nuestro vecino, lo de aquellas personas que parecen ser mejores que nosotros y tener una vida de ensueño, cuando la realidad es que todo el mundo tiene sus problemas, en mayor o menor grado.
La perfección no existe y siempre habrá un “pero” en nuestras vidas.
He trabajado con modelos que se veían feas, con millonarios que se sentían mendigos y con famosos hastiados de su fama.
Por eso me gustaría que hiciéramos una reflexión ante nuestras propias vidas y que tengamos claro que el dolor en la vida es inevitable, siempre va a existir, pero que el sufrimiento es opcional y que depende de nosotros solos el elegir como queremos vivir nuestra vida.
Anhelando una existencia de ficción, o asumiendo que la vida son ciclos y que el tener más no nos hará más libres y sino, para muestra, tomemos el caso de Urdangarín.
Un hombre que parecía tenerlo todo y se complicó la vida hasta tal extremo que ahora tendrá que ir a la cárcel.
No es oro todo lo que reluce, por lo que, si lo tenemos en cuenta y dejamos de ver el mundo con las gafas de no ver, conseguiremos una vida más feliz y real.
Nadie lo tiene todo y tal vez la felicidad radique en ser feliz con lo que se tiene, siempre y cuando antes, se haya luchado por conseguir aquello que queríamos.
No hablo de conformismo, hablo de lucha para conseguir los objetivos desde la certeza de que siempre habrá alguien que parezca tener más que nosotros o estar mejor.