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El campo balear sufre la falta de turismo

lunes 01 de marzo de 2021, 00:00h

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Los efectos negativos de la falta de turismo en Baleares se extienden a todo tipo de sectores, lo que corrobora la dependencia económica que tienen las Islas respecto a esta actividad. Estos efectos se notan no son sólo en los negocios relacionados con los servicios, sino también otros menos evidentes como puedan ser la propia agricultura o la ganadería. Así lo revelaba este domingo en mallorcadiario.com Joan Simonet, gerente de Asaja, la principal organización sector primario en Baleares.

Simonet alerta de la reducción de las ventas de productos del campo en todos los niveles que se produjo en la campaña de 2020, afectada de lleno por la crisis del coronavirus y las limitaciones a la movilidad y al turismo, Las explotaciones agrarias y ganaderas han sufrido una caída de la facturación que en algunos productos han llegado al 80 por ciento. Algunos payeses han tenido que reducir o cambiar el tipo de plantación; otros, simplemente no han podido porque el tipo de producto no lo permite, como es el caso de la producción de vinos o aceites. No se pueden arranzar viñas y olivos si se pretende mantener la explotación en años venideros.

La falta de turismo condiciona la actividad del campo. Son muchos establecimientos turísticos los que se sirven del producto local para abastecer sus negocios, desde hoteles a cadenas de distribución. La falta de turistas implica de forma directa una menor posibilidad para dar salida a las producciones. El temor del campo es que de repetirse este año una temporada tan exigua como la de 2020, muchos payeses entrarán en suspensión de pagos, sobre todo aquellos que hayan acometido inversiones en ejercicios precedentes y tengan, ahora, que hacer frente a devoluciones de préstamos bancarios. La falta de liquidez se convierte para ellos en una losa que puede llevarles al colapso.

Los males del campo balear no nacen ahora. Los payeses llevan años reclamando un mejor trato de las administraciones, afectados por unos costes de insularidad que les afectan de lleno en la capacidad de competir con las producciones de la Península. Ahora, el riesgo a una nueva falta de turistas se podría convertir en la puntilla que signifique el fin del sector agrícola y el SOS Turismo que ha puesto en marcha la sociedad balear suma un elemento más a tener en cuenta. En definitiva, nada de los que ocurre en esta comunidad es ajeno a la actividad turística.