El cambio que viene. Y que con turrón nos comeremos
miércoles 23 de diciembre de 2015, 03:00h
El poder en este país ha dejado de ser cosa de dos, es cierto. El modelo vigente durante las últimas décadas según el cual dos grandes partidos, la izquierda y la derecha, el ying y el yang, los unos y los otros marcaban, con permiso de algún Pepito Grillo ocasional favorecido por la mejorable legislación electoral española, el devenir de este país, ha saltado por los aires por obra y gracia de los votantes. Que para algo somos los que mandamos y así lo hemos decidido en las urnas el pasado domingo.
Tras el excelente resultado de las hordas de Pablo Iglesias, quien hizo posible la tan anunciada remontada, y la entrada en el ruedo nacional, menos potente de lo anunciado pero también meritoria, de los muchachos de Albert Ribera, la cosa del poder se reparte ahora entre cuatro actores principales. La vieja gloria de la escena política nacional, el Partido Popular, sigue ahí. Con más votos que nadie y con un poder teórico, que no práctico, para formar gobierno y dirigir el cotarro como ha venido haciendo hasta ahora. Por otra parte su alter ego, el PSOE, ha salvado a duras penas los papeles ante los ambiciosos artistas debutantes y va a tener que pelear por liderar la función.
Cambia el modelo y cambia el escenario político de este país. Del bipartidismo al cuatripartidismo. Que es lo mismo, pero evolucionado. El cambio, en si, no es bueno ni es malo. En una discusión de bar, alguien decía que es bueno que haya un cambio porque seguro que las cosas irán a mejor. O no, señora. O a peor. Todo dependerá de lo que hagan o dejen de hacer las personas que se pongan al frente del Gobierno. Tiempo habrá para análisis.
En el momento de escribir estas líneas todavía está lejos de quedar claro cómo quedará el futuro Gobierno de este país, aunque parece obvio que el Partido Popular quedará en la oposición al no poder formar gobierno. Del gran pacto de estado entre los dos primeros partidos, mejor nos olvidamos. Y no será por falta de deseos de los populares de que éste se produzca. De la repetición de las elecciones, podemos hablar. Sin embargo un pacto de izquierdas, más o menos coral, probablemente tomará las riendas a partir de ahora, posiblemente liderado por la fuerza más votada del bloque, pero de dudosa estabilidad. Y aquí reside la clave: en la necesidad de que de este sudoku salga un gobierno capaz generar estabilidad. No parece fácil de conseguir si hablamos de un pacto a cinco o a siete dentro del cual hasta el más pequeño de sus conformantes será consciente del valor de sus escaños, por pocos que sean, y no dudará en poner en jaque al resto para arrimar el ascua a su sardina.
Tenemos por delante una Navidad de lo más entretenida informativamente hablando, qué les voy a contar.
En clave balear se quedó en casi nada el “efecto Isern”. La presencia del ex alcalde de Palma apenas sirvió para detener la sangría de votos de las últimas elecciones y para consolidar, por tanto, el tercer diputado. Una victoria que sabe a poco. La gran noticia ha sido el excepcional resultado de Podemos convirtiéndose, con mucha diferencia, en la segunda fuerza política de las islas. Sin quitarle mérito a Alberto Jarabo y los suyos, hay que buscar también deméritos ajenos para explicar el éxito de la formación morada. Los socialistas de Francina Armengol, no han sido capaces de aprovechar la visibilidad que le está dando el haber conseguido la presidencia del Govern, que no fue fácil. Los socialistas ceden un terreno valiosísimo frente a Podem. Se han equivocado al renovarse de boquilla y concurrir a las elecciones con viejas glorias amortizadas. El precio a pagar será caro. Si aún con cierto complejo de inferioridad los diputados autonómicos de Podem han sido un incomodo socio/no socio del gobierno regional, ahora, siendo la segunda fuerza más votada en las generales, las cosas pueden ponerse feas para el bipartito PSIB/MES. Si un gran acuerdo a nivel nacional entre socialistas y podemitas no lo remedia, claro.
Mención aparte merece el fracaso de los ecosoberanistas de MES quienes, con el bueno de Toni Verger al frente, se han dejado por el camino la mitad de los votos que obtuvieron en la regionales. Ahora andan rasgándose las vestiduras algunos por no haber concurrido a la cita electoral de la mano de Podemos, como otras formaciones de parecido perfil han hecho en otras comunidades. Otro gallo hubiese cantado.
Es tiempo de cambios. De pactos y de estrategia, también. Y de polvorones, empachos, villancicos, sidra El Gaitero y reencuentros más o menos agradables. Disfruten de estas fiestas, con salud, a ser posible. De la lotería mejor ni hablamos.