Para mí, y por lo visto para muchos palmesanos, y no palmesanos, el restaurante Bon Lloc fue mucho más que un restaurante. Viene a cuento porque el restaurante vegano La Mujer de Verde del título de este artículo es heredero del Bon Lloc, y tiene una bonita historia detrás.
Yo fui un admirador, y un asiduo, del Bon Lloc. Antes había estado ocasionalmente, pero cuando fui Director General de Relaciones con el Parlament del Govern, durante el primer año en el cargo, entre 2003 y 2004, tenía el despacho justo enfrente de este emblemático restaurante vegetariano y, al menos una vez a la semana, comía allí. Se comía muy bien.
La fórmula era ideal, tenías que elegir entre tres ensaladas, tres sopas o cremas, tres platos principales (buenísimos todos, siempre) y tres postres. Si además de comer bien, tenías prisa, también era una buena opción, servicio rápido y con un buen timming, todo fluía. Y si te sentabas en la mesa “comunitaria” incluso podías hacer amistades.
Pero lo que me conquistó para siempre fue la gente. El trato cercano y cariñoso, de Marga, de Juanjo, de su familia, de su equipo, creó una relación de aprecio y de amistad que se ha mantenido hasta hoy. Recuerdo que en una ocasión en la que yo había pasado por una situación personal muy difícil, con una pérdida muy importante, le conté a Marga lo que había pasado a Marga, y se emocionó, con el restaurante lleno, en pleno servicio. No hay palabras.
Estuve unos años viviendo en Menorca y el contacto fue mucho menos asiduo. Un día pasé por delante del Bon Lloc y había cerrado para siempre. Pregunté, investigué, y localicé a Juanjo en la plaza de la Porta de Santa Catalina, al lado de Es Baluard, en La Mujer de Verde. El reencuentro fue una pasada, me contó lo que había pasado, y desde entonces voy de vez en cuando a comer allí, cocina vegada de calidad. Además de comer sano y muy bien, nos damos un abrazo Juanjo y yo, siempre nos alegramos los dos de vernos.
Juanjo estuvo más de 30 años al frente de Bon Lloc, que se dice pronto, hasta que la inesperada y maldita pandemia nos cambió la vida, también a Juanjo y a su familia. Intentó continuar, con reducción del aforo y sirviendo comida a domicilio, pero unas desavenencias con la propiedad del local obligaron al cierre del negocio y a vivir una situación un tanto angustiosa. El Bon Lloc era más de media vida para Juanjo, por lo que era obligado levantarse y continuar, reinventarse.
Su hija le invitó a un concierto del grupo musical Izal y a él se le quedó grabada la canción La Mujer de Verde, un tema que se sumerge en la metáfora de los superhéroes para explorar temas de vulnerabilidad, apoyo mutuo y la búsqueda de la felicidad en lo cotidiano. Una letra introspectiva, una reflexión sobre la idealización de las relaciones y la aceptación de la imperfección humana.
El mensaje de la mujer de verde puede interpretarse de muchas maneras, pero representa a una persona cercana y querida, que actúa como un pilar de fortaleza y refugio en momentos de dificultad. “La mujer de verde se ha vuelto a poner el traje para rescatarme”, dice la canción. Esto le motivó, y se rescató a él mismo, se reinventó.
Desde entonces está al frente del restaurante vegano del mismo nombre, en la cocina y donde haga falta, junto a sus dos hijos. Un restaurante bonito y acogedor, cien por cien vegano, con una propuesta muy interesante, una carta que cambia cada semana, con diversas opciones de entrantes, platos principales y postres, a elegir, configurando tu propio menú, a tu gusto. Variedad y calidad para disfrutar de una cocina magnífica, sabrosa y muy saludable. Ah, y con alma, porque donde esté Juanjo Ramírez hay buen rollo!
Antoni Juaneda, cometemenorca.com