En campaña electoral es habitual oír a los políticos hacer todo tipo de promesas, más o menos creíbles, aunque luego la mayor parte de ellas no se llegan a cumplir. Lo que no se había visto hasta ahora era a ningún candidato mentir de forma tan descarada sobre hechos que fácilmente se pueden corroborar echando un simple vistazo a las hemerotecas y que por desgracia están grabados a fuego en la memoria colectiva. Pero claro, cuando uno lo han tenido casi escondido entre bambalinas para que no perjudique al partido y se ve de nuevo rodeado de los suyos, con miles de banderitas agitándose al viento y centenares de personas aclamándote como a un héroe ocurre que a uno se le nubla el cerebro y acaba soltando verdaderas barbaridades. Y ahí estaba Zapatero, crecido por el aliento de los suyos, cuando le dio por acusar de mentir como “un bellaco” a todo aquel que osara decir que su gobierno había hecho recortes. ¿Hubiera sido tan valiente de soltar esa perla en la cola del paro? Seguro que no porque le habrían corrido a gorrazos. En julio de 2008 el presidente aseguró que el gobierno no iba a dar un paso atrás en derechos sociales y “vamos a demostrar que se puede hacer”. Dos años después llegó el tijeretazo, el mayor recorte de la historia de España. Las medidas son de sobra conocidas: bajada del sueldo a los funcionarios, aumento de la edad de jubilación y del tiempo de cotización, eliminación del cheque bebé, de los 400 euros, etc… Zapatero se cree sus propias mentiras y pretende que los ciudadanos comulguen con ruedas de molino, pero por mucho que se empeñe en tergiversar la realidad, los hechos son los que son. El presidente del Gobierno lleva media legislatura mintiendo como un ruin y un perverso (ese es el significado de ‘bellaco’). Mintió cuando se empecinó en decir que no había crisis; mintió cuando dijo que había brotes verdes y también cuando situó a España en la Champions League de la economía… y seguirá mintiendo hasta el día en que se vaya.
