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El ayuntamiento de las prohibiciones

miércoles 08 de junio de 2016, 04:00h

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El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Palma se ha convertido en el de las prohibiciones y las polémicas innecesarias. Es difícil encontrar una semana en la que el equipo del alcalde José Hila pierda oportunidad de abrir una nueva controversia y meterse a chapotear en un charco, sin ninguna necesidad ni ninguna demanda social o vecinal perceptible. Por si la gestión del día a día de una capital de provincia como Palma no fuera suficientemente complicada, al equipo de gobierno formado por PSIB, MÉS per Palma y Som Palma les debe parecer poca cosa o tarea demasiado sencilla e invierten grandes dosis de energía en complicársela ellos solitos.

La última ocurrencia de Cort es “pacificar” el centro de Palma prohibiendo a los vehículos el acceso hasta el Passeig Antoni Maura desde el Passeig Marítim. El regidor de Movilidad, Joan Ferrer, cree que los 6.500 vehículos que acceden a ese tramo (de los cuales 1.000 son taxis) es un número excesivo. Y esta creencia le lleva a restringir el acceso al casco antiguo, ofreciendo la alternativa a los que deban ir al centro a entrar por Avinguda Argentina, Passeig Mallorca y Jaume III, como si esas vías no estuvieran ya saturadas y admitiesen más volumen de tráfico.

No surge de una demanda ciudadana, sino del capricho y de la arbitrariedad con la que tan cómodo parece sentirse el consistorio palmesano

La creencia de Ferrer no surge de una demanda ciudadana, sino del capricho y de la arbitrariedad con la que tan cómodo parece sentirse el consistorio palmesano. Como en anteriores ocasiones, como la prohibición de aparcar en los alrededores de la Seu, Cort no se encomienda a nadie ni se plantea consultar a otros colectivos, asociaciones o fuerzas políticas, lo que demuestra de forma palmaria que aquellos que exhibían el diálogo como un rasgo distintivo de su nueva forma de hacer política, lo dicen pero no lo practican. Como las terrazas del Borne, como el monumento de Sa Feixina.

Se trata de facilitar la movilidad, no de impedirla. Los residentes y la gente mayor que van al centro de Palma necesitan que los lleven y si los coches no pueden entrar hasta allí sencillamente se les complica la vida. Las zonas Acire existentes en la ciudad ya son suficientes para restringir la circulación de los vehículos, pero cortar el acceso a una de las vías de entrada al casco antiguo lo que hará es causar muchos problemas a la gente y saturar los otros accesos.