Esta semana se celebran el día de la radio y el de los enamorados. Hablar del amor puede parecer una tontería, pero en este mundo tan disparatado solo me queda creer en el amor para seguir levantándome por las mañanas. El amor a mi familia y a los muy pocos amigos que tengo, como tales. Amar, ser amado, es decir, ser feliz, es una de las metas que tiene que tener el ser humano. Ya lo decían los clásicos griegos. La evolución social de este siglo ha renunciado al amor por el sexo, que no es lo mismo. Se llenan las redes de los nuevos entrevistadores de calle que piden a gente menor de 30 años qué piensan sobre las relaciones de pareja, sobre el sexo y sobre el amor. Las respuestas dan mucho de qué pensar. Mi fe en los humanos, me hace creer, que digan lo que digan, los demás, al final el amor nace, aunque el sujeto no lo quiera reconocer.
El amor y la radio son un binomio que ha marcado toda mi vida. Yo me enamoré de la emisora, de la radio. Y con ella sigo estando después de 51 años de relación. En la primera emisora en la que trabajé, Radio Juventud, cada año se celebraba un concurso nacional. El Día de los Enamorados, que premiaba a los ganadores con una semana de vacaciones en Mallorca. Gracias al concurso, se puso de moda ir de viaje de novios a Mallorca. De hecho, casi todas las parejas que se lo podían pagar, venían al final de mayo y principios de junio a pasar su luna de miel en Palma, llamada de Mallorca en aquella época. Recuerdo los programas de radio en los cuales los oyentes dedicaban canciones a sus seres queridos. El amor, seguía siendo público hasta el año 2000, cuando Clan Boite, fue la última discoteca de Palma en la que había una tanda de lentos. La manera más rápida de ligar. Luego llegaron el sonido House, las pastillas y el desenfreno. De la radio de aquellos años, hay que destacar el programa nocturno en Radio Cadena Española, Talismán el romántico, que aún suena en alguna emisora, y sigue siendo conducido por Vicente Clavijo, una de las mejores voces que ha habido en la radio española. Mallorca ha sido, es y será siempre, el escenario de miles de historias de amor.
Seguro que también la de usted, estimado lector. San Valentín, día para recordar historias de amor, reales e imaginarias que van desde la de Nuredduna, creada por el poeta Miquel Costa i Llobera; pasando por la Torre del Amor, en la barriada de Son Armadans en Palma; la rondalla de l’Amor de les tres taronges; y siguiendo por las historias de amor de destacados visitantes de la isla. Desde el Archiduque Luis Salvador, con su amada Catalina Homar; Frederic Chopin y George Sand; Michael Douglas y Diandra; El Obispo Javier Salinas y su secretaria Sonia; Juan Carlos y Marta, y un largo etcétera lleno de historias secretas y amores vividos en Mallorca. Les propongo que busquen los datos de una historia de amor que terminó en tragedia. Era el 6 de agosto de 1741. El teniente de Dragones del Regimiento de Orán, Manuel Bustillos, de veinticinco años, destinado en Palma, raptó, por amor, a una monja de clausura llamada Elisabet Font dels Olors i Penyafort, de veintidós años de edad, nacida en Artá, encerrada por orden de su padre en la Casa de la Misericordia, actual Banco de España en la calle San Bartolomé de Palma. Una historia en la que participó el capitán de navío Toni Barceló. Pero esa es otra historia.