Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, CCOO y UGT han denunciado la “precaria situación socio-laboral de las mujeres en nuestra comunidad, caracterizada por la parcialidad y la temporalidad en la contratación, la brecha salarial, la violencia de género o los déficits en conciliación y corresponsabilidad”. Según los sindicatos, a lo largo del 2017 se han registrado un total de 243.499 contratos suscritos por mujeres (IBESTAT), cifra que representa el 45,38 por ciento del total de contratos acumulados a lo largo de dicho año. En comparación interanual 2016/17, la contratación de las mujeres sube un 6,61 por ciento, un porcentaje más modesto que en el caso de los hombres, 8,39 por ciento. La tasa de temporalidad es del 84,90 por ciento. Temporalidad unida a parcialidad, ya que del total de contratos temporales, un 42 por ciento son a tiempo parcial.
Destaca que 39 de cada 100 contratos firmados por mujeres son en el sector de hostelería (en el caso de los hombres la cifra desciende a 34).
Estos y otros datos “muestran la brecha de la desigualdad laboral de las mujeres en nuestra comunidad”: del total de contratos subscritos por mujeres, un 39,13 por ciento son a tiempo parcial; en 2016 el porcentaje era de un 19,14 por ciento. Si bien han crecido en números absolutos los contratos indefinidos, en una cifra que alcanza los 12.593, su reparto no ha sido equitativo entre uno y otro sexo: el 56,53 por ciento fue firmado por varones y el 43,46 por ciento por mujeres.
Una precaria situación laboral que tiene su reflejo “en la brecha salarial de un 16,63 por ciento: la ganancia media anual de las mujeres es de 19.517€, 3.894€ menos que los hombres (Encuesta de Estructura Salarial 2015) .En otras palabras, ellas deberían trabajar 61 días más para igualar su salario al de los varones. Unos bajos salarios que, entre otros motivos, tienen como resultado que sean las mujeres las que mayoritariamente soliciten tanto las Rentas Mínimas de Inserción como la Renda Social Garantida en porcentajes del 65 por ciento. Una desigualdad salarial que también está detrás de la Tasa de Riesgo de Pobreza (2016) del 19,6 por ciento, un punto y medio más alta que en el caso de los hombres”.