Estos dos términos, educación y alimentación están íntimamente relacionados. A priori, puede parecer que no tienen por qué guardar una relación directa. Pero en el momento que cruzamos el umbral de un aula a las ocho de la mañana nos damos cuenta de qué manera afecta la alimentación en el rendimiento ya no académico de nuestros alumnos sino educativo.
Cansancio, desgana, falta de atención, dolor de cabeza. En un primer instante, el profesor tiende a “meter la bronca” a su alumno por su actitud matinal en el aula; pero si el docente rasca un poco más e indaga, en muchas ocasiones, esos síntomas son la consecuencia de que muchos alumnos de nuestra comunidad autónoma acuden a los centros educativos sin haber desayunado; incluso, algunos, sin haber ingerido alimentos desde el día anterior.
Hora del recreo. Situarse en una esquina del patio de un centro educativo te abre la vista sobre cómo se alimentan nuestros alumnos. Patatillas, bebidas refrescantes gaseosas, chucherías, bollería industrial, etcétera. Los que meriendan un “bocata” son los menos. Ya no digamos los que ingieren una pieza de fruta o una merienda saludable. Entramos al bar. Echas un ojo a los productos que se ofertan y, en raras ocasiones, puedes encontrar algo que se pueda englobar en el concepto “saludable”.
Ciertamente, la mayor parte de nuestros alumnos tienen un problema de hábitos alimentarios. Ingieren demasiada azúcar y abusan de los productos manufacturados cargados de grasas saturadas. En algunos centros educativos se formulan preguntas como ésta: ¿Qué comportamiento tendrían nuestros alumnos en clase si no tomasen tanta azúcar, estarían más tranquilos? Sin duda alguna, sería interesantísimo hacer un experimento con un grupo de jóvenes para ver qué sucede.
Ahora, parece que el Govern se ha dado cuenta y ha intentado poner unos límites tanto en recintos educativos como sanitarios. Éste, sin duda es un buen paso; pero no es suficiente. Si en el ámbito deportivo está tan interiorizada la importancia de la nutrición para mejorar el rendimiento deportivo, en el ámbito educativo debería ser exactamente igual.
Hay que seguir siendo valientes y seguir avanzando en la mejora de este principio. Incluso apostando por la introducción de este asunto en el currículo de la educación secundaria obligatoria. A los chavales hay que educarles en hábitos alimentarios. Al fin y al cabo, es salud y bienestar que repercutirá positivamente en el conjunto de la sociedad.