Baleares, España, Europa y el mundo, en general, atraviesan la paradójica situación de sumar más contagios que nunca y sin embargo, registrar menos muertes que en olas previas.
A estas alturas ya podemos afirmar, sin género de dudas, que la variante Ómicron es infinitamente menos letal que las anteriores pero es capaz de poner en jaque al sistema entero por su enorme poder contagiador. Ahora lo que está en juego no es tanto la salud ni el colapso de las unidades de cuidados intensivos sino la gestión de la primera línea de batalla de la sanidad, Atención Primaria, y el día a día de todo el entramado empresarial.
La propia responsable del proceso de vacunación en las islas, Eugenia Carendell, confesaba este viernes ante los medios de comunicación que Ómicron "nos ha cogido a todos por sorpresa" y les está obligando a ser muy rápidos en la búsqueda de soluciones a problemas nunca antes vistos como el aluvión de bajas laborales que asola el país. Miles de empresas están cerrando durante unos días ante la falta de personal y la imposibilidad de hacer teletrabajo.
En Baleares, por ejemplo, uno de cada 30 ciudadanos está enfermo de Covid. La inmensa mayoría lo pasa en su casa, con síntomas leves o asintomáticos, por lo que, en principio, podríamos asegurar que no hay riesgo de colapso del sistema hospitalario, pero no hay que olvidar que los médicos y enfermeros que atienden a la población son también personas y que, por mucho que estén vacunados con triple pauta, pueden seguir contagiándose, como de hecho está ocurriendo.
Las últimas cifras ofrecen un panorama preocupante: hay más de 600 sanitarios contagiados y 128 aislados por contacto estrecho. A ello, hay que sumar las eventualidades que cualquier trabajador puede sufrir y que trastocan el cuadrante de un equipo. Si a ello le sumamos los nervios y ansiedad que presenta la población a causa de la crisis económica y la fatiga mental y que se traducen en episodios de violencia verbal -y física- contra los facultativos, estamos ante la tormenta perfecta para que pase de todo en los hosiptales cuando, precisamente, el virus es menos agresivo.
Ante este escenario, hay que insistir en la vacunación de la población -Baleares retoma los vacunódromos para las dosis de refuerzo y la campaña infantil- y sobre todo, en la responsabilidad individual. Es momento de ir a trabajar, de volver a las clases, de salir a comer o a comprar o de ir al cine pero siempre, extremando las medidas por todos conocidas -ventilación, mascarilla e higiene de manos- y limitando al máximo los grupos burbuja. La clave es salir, gastar y vivir pero sin multiplicar las interacciones durante estas dos próximas semanas que, según auguran los expertos, nos quedan para llegar al pico de contagios.
Seny, por favor.