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Ecotasa sin trampas

sábado 16 de septiembre de 2023, 00:00h

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En su primera comparecencia parlamentaria, el conseller de Turismo, Jaume Bauzá, confirmó que el impuesto de turismo sostenible -también denominado ecotasa- volverá a ser finalista y su recaudación se destinará exclusivamente a actuaciones de carácter medioambiental y a la mejora de los destinos, en especial aquellas zonas maduras que requieren urgentemente equipamientos y lavado de cara.

De esta forma, se liquida el hábito instaurado por los gobiernos de Armengol de utilizar los ingresos de la ecotasa para pagar todo tipo de actuaciones, desde subvencionar conciertos de música, facilitar el acceso a la vivienda, sufragar una nueva facultad de Ciencias o comenzar las obras del tren del Llevant. Es decir, los gobiernos del Pacte emplearon la tasa que pagan los turistas por sus estancias en las Islas como una más línea de ingresos con la que cubrir todo tipo necesidades y compensar la falta de financiación que históricamente ha sufrido Baleares.

El dinero recaudado no es poco. Desde su implantación en 2016 y sólo hasta diciembre del año pasado, el impuesto de turismo sostenible ha permitido recaudar más de 560 millones de euros. El destino de estos fondos se decide en el seno de la Comissió d'Impuls del Turisme Sostenible (CITS), un organismo en el que participan los diferentes sectores turísticos y las administraciones de las Islas, pero que, en la práctica, no ha sido más que un instrumento del Govern para que el ejecutivo sea el único que decida cuánto y adónde va el dinero, sin atender peticiones o sugerencias de otros.

Originariamente, la ecotasa era un impuesto finalista destinado a proteger el medio ambiente y mejorar la oferta turística. Los fondos debían servir para reconvertir zonas turísticas obsoletas, proteger el patrimonio histórico o mejorar instalaciones de abastecimiento, reciclaje y depuración. Su uso, sin embargo, se pervirtió, convirtiendo este ingreso en una fuente más para cuadrar las cuentas del Ejecutivo balear, no sin ciertas críticas hacia las simpatías "políticas" que se aplicaron a la hora de impulsar o descartar determinados proyectos.

Ahora es el momento de reinstaurar el sentido original del impuesto. Sin trampas y con el firme propósito de que lo que pagan los turistas revierta en una mejora de la oferta turística de las Islas.